miércoles, 13 de abril de 2016

LOS PUEBLOS NEGROS DE GUADALAJARA


Tras varios meses sin escribir nada, a falta de material viajero, me pongo de nuevo ante el ordenador para transmitir a mis benévolos lectores una nueva excursión. La última que constaba en este Blog se realizó en noviembre del pasado año y fue al pantano de Buendía, la ruta de las caras. Así pues, vuelvo a coger la pluma para describir un nuevo viaje, también éste realizado con la Hermandad de Jubilados de los ministerios de Comercio, Economía y Hacienda.

Me acompaña, como en ocasiones anteriores, mi amigo Pedro. En nuestro punto de partida, Alberto Alcocer 2, Madrid, la sede del ministerio y de la Hermandad, saludo a mis compañeros organizadores del Grupo de Viajes, Elena, Jorge y Pilar e Isabel. También intercambio afectuosos saludos con otros compañeros de viajes anteriores, como Victoria y Juan, pero especialmente me produjo una gran alegría, debido al tiempo transcurrido sin coincidir en un desplazamiento, el poder abrazar a Soco y a Juan Antonio, con los que hice amistad en aquel fantástico viaje que realizamos, también con la Hermandad, al norte de Italia y la región de los Lagos en 2013.

Las fotos. Como hago en todas las ocasiones, doy la información técnica pertinente. Todas las fotografías del reportaje están tomadas con una Leica M9-P y un solo objetivo, el Leica Elmarit 28mm f/2,8.

Los Pueblos Negros

En esta ocasión el desplazamiento es a los llamados Pueblos Negros de Guadalajara, Camplillejo, Campillo de Ranas y Majaelrayo, con parada inicial en Tamajón, donde recogemos a nuestro estupendo guía Manuel, y último punto a visitar en Cogolludo, donde nos deleitó con su sabiduría la guía Sandra.


El autobús se pone en marcha a las 09:10, con un retraso de 10 minutos causado por una viajera rezagada a la que se esperó prudencialmente. Tras un viaje sin incidencias de aproximadamente hora y media, y después de hacer parada técnica en Tamajón, donde recogemos a nuestro guía Manuel, como ya queda dicho, nos dirigimos al primer punto previsto en el viaje, pero antes, y haciendo uso de la excelente página Web http://www.pueblosarquitecturanegra.es/ transcribimos una información que considero muy interesante como prólogo del viaje:


La sierra noroccidental de Guadalajara, entre las vertientes meridionales de Somosierra y de la Sierra de Ayllón, atesora uno de los conjuntos más impresionantes de la arquitectura popular europea: la Arquitectura Negra, que se encuentra en periodo de declaración por la UNESCO como Patrimonio de la Humanidad, dado su extraordinario valor etnográfico, arquitectónico y paisajístico.


La principal característica de esta arquitectura es el uso de la pizarra negra tanto en las cubiertas como en los muros de las casas, que es extraída del propio entorno natural de la zona. Las grandes lajas pizarrosas de las cubiertas y los muros de similar roca dan el peculiar color negruzco a las construcciones y el nombre a esta singular arquitectura popular.


Dado el clima extremadamente frío de la comarca, con largos y duros inviernos y frecuentes nevadas, los edificios son de anchos muros, aposentos pequeños, con grandes espacios reservados para cocinas y chimeneas y división del recinto con estancias bien diferenciadas para las personas, el ganado y los productos de la tierra.


Portones de madera, ventanas muy pequeñas y grandes chimeneas vienen a completar un conjunto arquitectónico de enorme belleza. Este tipo de arquitectura se aplica en la zona a toda clase de construcciones: viviendas, cerramientos ganaderos y delimitaciones agrícolas, caminos, puentes, tainas para el ganado, etc., que se mimetizan con el entorno natural del territorio en una simbiosis casi perfecta, dando lugar a un incomparable marco de gran uniformidad cromática y espectacular atractivo.

Además de los materiales constructivos empleados, la historia y forma de vida de los habitantes de esta zona han permitido que hoy estas pequeñas poblaciones conformen un patrimonio único: los Pueblos de la Arquitectura Negra de Guadalajara.

Campillejo


Tras atravesar el Parque Natural de la Sierra Norte, del que nuestro guía Manuel nos ilustra profusamente sobre su flora y fauna, arribamos sobre el medio día a Campillejo, pedanía de Campillo de Ranas, que según las fuentes consultadas tiene censados a 26 habitantes.


La verdad es que la primera impresión para quien nunca ha hollado estos parajes, resulta impactante. Las construcciones, todas ellas en pizarra negra, nos envuelven en un mundo que cuanto menos, abruma. Recorremos la pequeña pedanía en pocos minutos y nos centramos sobre todo en su coqueta iglesia, cuya arquitectura define nuestro guía como “rural urbana”. La visitamos en su interior, austera y recogida y con una temperatura cercana al frío, de modo que quien más y quien menos agradece la vuelta al exterior, donde disfrutamos de un fantástico día de sol que ronda los 20 grados.


De nuevo en el autobús, nos dirigimos a nuestra siguiente visita,

Campìllo de Ranas


Este pueblecito, a 60 Km de Guadalajara, con 186 habitantes censados, está enclavado en torno a un hermoso paisaje, con el pico Ocejón en el horizonte, uno de los más altos de la provincia con 2.049 metros. Próxima a la zona están los dos hayedos más meridionales de Europa, el de Montejo de la Sierra y el de la Tejera Negra así como el nacimiento del río Jarama.


Como curiosidad, Campillo de las Ranas se menciona en uno de los Episodios Nacionales del insigne Pérez Galdós, en concreto en Juan Martín el Empecinado, en boca de un tal Viriato, personaje de novela picaresca (“Yo, señor oficial, estudiaba en la Complutense cuando declaramos la guerra a Napoleón. Soy hijo de unos labradores de Campillo de las Ranas…), pero la historia más bonita de este pueblo viaja con nosotros y no puedo resistirme a contarla aunque solo sea someramente.


En esta localidad, nuestro amigo Juan Antonio vivió de niño, pues su padre estuvo destinado aquí como profesor del pueblo, y frente a la casita que en su día habitó, lo fotografío en unión de su esposa Soco. Juan Antonio no había regresado al pueblo desde el ya lejano 1953, nada menos que ¡¡¡63 años!!! y se le ve realmente emocionado. Me relata sus recuerdos de niño, sin electricidad en el pueblo, me describe su cocina alumbrada por un candil, rodeados de nieve en el frío y largo invierno… Una historia realmente entrañable.


Junto a la iglesia, en torno a la cual juega un grupo de niños custodiado por quien parece ser su profesor, nos detenemos a escuchar a nuestro guía, que nos emplaza junto a un reloj solar.


Finalizada la visita a Campillo de Ranas, nos dirigimos al que hoy va ser el último punto de nuestra excursión en lo que a los llamados Pueblos Negros se refiere,
Majaelrayo


Aquí arribamos poco después de la una del mediodía y permanecimos durante una media hora escuchando las sabias palabras de Manuel, que además de la parte formal e histórica del enclave, nos relata una anécdota que hizo famoso al pueblo y a uno de sus habitantes en los años 90 del pasado siglo.


En este lugar se grabó un anuncio célebre de una marca de automóviles todo terreno, que sacó del anonimato al pueblo y que tuvo por protagonista al abuelo Jesús y su memorable frase:

“…y qué, ¿el Madrid de nuevo campeón de Europa?...”.

Majaelrayo es un conjunto urbano, con 52 habitantes censados situado a 1.185 metros de altitud en plena Sierra de Ayllón. Al igual que en los otros dos pueblos visitados, las edificaciones urbanas se estructuran a lo largo de las calles formando núcleos complejos como corrales o patios delanteros delimitados por vallas de pizarra con pequeñas edificaciones complementarias.


Paseamos por Majaelrayo donde, al igual que en las otras localidades, pude tomar algunas fotografías, y alrededor de la una y media de la tarde abandonamos el lugar con dirección a Tamajón donde nos despedimos de nuestro guía Manuel y continuamos el viaje hasta

Cogolludo

localidad con 648 habitantes censados, que, como nos informa el prospecto que amablemente nos proporcionó el Ayuntamiento,  se asienta a unos 900 metros de altitud sobre una colina cercana al valle de Henares, entre las primeras estribaciones de la Sierra Norte y el final de la Campiña. Reconquistada por Alfonso VI en 1085, poco después Cogolludo recibió el título de villa. A partir de entonces perteneció a los arzobispos de Toledo, a la orden de Calatrava y a la familia Mendoza para, finalmente, pasar a formar parte de los dominios del primer Duque de Medinaceli, que edificó aquí su majestuoso palacio.


Los siglos XVI y XVII fueron una época de gran esplendor para la población, levantándose entonces conventos y hospitales y reedificánose las dos iglesias.
Antaño dedicada al cultivo de olivos, vides y cereales, hoy en día se ha convertido en un atractivo destino tanto para los amantes del arte como para los de la buena mesa, que acuden a degustar el tradicional cabrito regado con un buen vino de Cogolludo.

Aquí arribamos sobre las 14:30 y nos dirigimos directamente al restaurante Saboya, donde iba a tener lugar nuestro almuerzo.

El almuerzo en Cogolludo

La comida fue realmente estupenda. La cito para dar envidia a quien me lea. De primero, una excelente sopa de ajos y de plato principal, como no podía ser menos, cabrito asado con guarnición de patatas fritas y ensalada. El cabrito, realmente fuera de serie, espectacular. De postre disfrutamos a elección, de flan, helados variados, fruta o arroz con leche. Todo ello regado con un buen vino tinto y tras los postres no faltó el aguardiente de orujo o el licor de yerbas o de café. Tampoco estuvieron ausentes las infusiones y el café.

Este es el lugar para dar cuenta de otra noticia emotiva: nuestra compañera del grupo de Viajes y vocal de Cultura de la Hermandad, Isabel, que hoy cumplía años, ochenta y muchos según nos dijo, nos obsequió con una copa de cava o de sidra, a elección. No le faltó nuestro cariño y por supuesto tampoco el consabido “cumpleaños feliz”.

La visita al Palacio de los Medinaceli


Tras la sobremesa, a las 17:00 horas iniciamos en compañía de nuestra guía Sandra, la visita al palacio de los Medinaceli, o por mejor decir, lo que queda de él, aunque como nos informó nuestra estupenda guía, ha sido restaurado en los últimos años.

Fue su promotor el primer Duque de Medinaceli, quien, a finales del siglo XV y de la mano del maestro de obras Lorenzo Vázquez, levantó el primer palacio renacentista que se edificaba fuera de Italia.


El edificio fue ricamente decorado con yeserías y azulejerías mudéjares. Testimonio de su magnificencia es la crónica de la visita de Felipe el Hermoso en 1502, que lo calificó como “el más rico alojamiento de España”.


Maltratado por el paso de los siglos, de su antiguo esplendor aún subsiste la monumental fachada, restos de los patios y galerías del jardín y algunas yeserías mudéjares. El edificio alberga ahora un pequeño museo donde se exponen restos arqueológicos del palacio y muestras de su primitiva azulejería.


De lo poco que queda en pie del edificio, llama poderosamente la atención una monumental chimenea en un excelente estado de conservación.


Paseamos por los patios del palacio vislumbrando el paisaje que lo rodea, atisbando en lontananza las ruinas del Castillo de origen árabe, que a pesar de haber sido volado en 1810 por las tropas francesas, aún conserva una valiosa torre del siglo X.


En la gran Plaza Mayor de la localidad y con la monumental fachada del palacio de Medinaceli a nuestras espaldas, el grupo de viajeros quedó retratado para la posteridad.

Finalizamos nuestra visita a Cogolludo en la iglesia de Santa María, de estilo gótico tardío de la primera mitad del siglo XVI, aunque su portada es ya renacentista. Despojada durante la guerra civil de sus antiguos retablos, aún conserva un gran lienzo de José de Ribera, El Españoleto.

A las 18:40 se ponía en marcha nuestro autobús que nos devolvería a nuestra sede en Madrid, exactamente a las 20:05 tras un plácido viaje. Metro y Cercanías mediante, a las 21:00 estaba en casa en Las Rozas.

Juan José Alonso Panero

Las Rozas de Madrid, 10 de abril de 2016