LOS
PUEBLOS NEGROS DE GUADALAJARA
Tras varios meses sin
escribir nada, a falta de material viajero, me pongo de nuevo ante el ordenador
para transmitir a mis benévolos lectores una nueva excursión. La última que
constaba en este Blog se realizó en noviembre del pasado año y fue al pantano
de Buendía, la ruta de las caras. Así pues, vuelvo a coger la pluma para
describir un nuevo viaje, también éste realizado con la Hermandad de Jubilados
de los ministerios de Comercio, Economía y Hacienda.
Me acompaña, como en
ocasiones anteriores, mi amigo Pedro. En nuestro punto de partida, Alberto
Alcocer 2, Madrid, la sede del ministerio y de la Hermandad, saludo a mis
compañeros organizadores del Grupo de Viajes, Elena, Jorge y Pilar e Isabel. También intercambio
afectuosos saludos con otros compañeros de viajes anteriores, como Victoria
y Juan,
pero especialmente me produjo una gran alegría, debido al tiempo transcurrido
sin coincidir en un desplazamiento, el poder abrazar a Soco y a Juan Antonio, con los que hice
amistad en aquel fantástico viaje que realizamos, también con la Hermandad, al
norte de Italia y la región de los Lagos en 2013.
Las
fotos. Como hago en todas las ocasiones, doy la información
técnica pertinente. Todas las fotografías del reportaje están tomadas con una Leica M9-P y un solo objetivo, el Leica Elmarit 28mm f/2,8.
Los
Pueblos Negros
En esta ocasión el
desplazamiento es a los llamados Pueblos Negros de Guadalajara, Camplillejo,
Campillo de Ranas y Majaelrayo, con parada inicial en Tamajón, donde recogemos
a nuestro estupendo guía Manuel, y último punto a visitar en Cogolludo,
donde nos deleitó con su sabiduría la guía Sandra.
El autobús se pone en
marcha a las 09:10, con un retraso de 10 minutos causado por una viajera rezagada
a la que se esperó prudencialmente. Tras un viaje sin incidencias de
aproximadamente hora y media, y después de hacer parada técnica en Tamajón,
donde recogemos a nuestro guía Manuel, como ya queda dicho, nos dirigimos al
primer punto previsto en el viaje, pero antes, y haciendo uso de la excelente
página Web http://www.pueblosarquitecturanegra.es/
transcribimos una información que considero muy interesante como prólogo del
viaje:
La
sierra noroccidental de Guadalajara, entre las vertientes meridionales de
Somosierra y de la Sierra de Ayllón, atesora uno de los conjuntos más
impresionantes de la arquitectura popular europea: la Arquitectura Negra, que
se encuentra en periodo de declaración por la UNESCO como Patrimonio de la Humanidad, dado su extraordinario valor
etnográfico, arquitectónico y paisajístico.
La
principal característica de esta arquitectura es el uso de la pizarra negra
tanto en las cubiertas como en los muros de las casas, que es extraída del
propio entorno natural de la zona. Las grandes lajas pizarrosas de las
cubiertas y los muros de similar roca dan el peculiar color negruzco a las
construcciones y el nombre a esta singular arquitectura popular.
Dado
el clima extremadamente frío de la comarca, con largos y duros inviernos y
frecuentes nevadas, los edificios son de anchos muros, aposentos pequeños, con
grandes espacios reservados para cocinas y chimeneas y división del recinto con
estancias bien diferenciadas para las personas, el ganado y los productos de la
tierra.
Portones
de madera, ventanas muy pequeñas y grandes chimeneas vienen a completar un conjunto
arquitectónico de enorme belleza. Este tipo de arquitectura se aplica en la
zona a toda clase de construcciones: viviendas, cerramientos ganaderos y
delimitaciones agrícolas, caminos, puentes, tainas para el ganado, etc., que se
mimetizan con el entorno natural del territorio en una simbiosis casi perfecta,
dando lugar a un incomparable marco de gran uniformidad cromática y
espectacular atractivo.
Además
de los materiales constructivos empleados, la historia y forma de vida de los
habitantes de esta zona han permitido que hoy estas pequeñas poblaciones
conformen un patrimonio único: los
Pueblos de la Arquitectura Negra de Guadalajara.
Campillejo
Tras atravesar el Parque
Natural de la Sierra Norte, del que nuestro guía Manuel nos ilustra profusamente
sobre su flora y fauna, arribamos sobre el medio día a Campillejo, pedanía de
Campillo de Ranas, que según las fuentes consultadas tiene censados a 26
habitantes.
La verdad es que la
primera impresión para quien nunca ha hollado estos parajes, resulta impactante.
Las construcciones, todas ellas en pizarra negra, nos envuelven en un mundo que
cuanto menos, abruma. Recorremos la pequeña pedanía en pocos minutos y nos
centramos sobre todo en su coqueta iglesia, cuya arquitectura define nuestro
guía como “rural urbana”. La visitamos en su interior, austera y recogida y con
una temperatura cercana al frío, de modo que quien más y quien menos agradece
la vuelta al exterior, donde disfrutamos de un fantástico día de sol que ronda
los 20 grados.
De nuevo en el autobús,
nos dirigimos a nuestra siguiente visita,
Campìllo
de Ranas
Este pueblecito, a 60 Km
de Guadalajara, con 186 habitantes censados, está enclavado en torno a un
hermoso paisaje, con el pico Ocejón en el horizonte, uno de los más altos de la
provincia con 2.049 metros. Próxima a la zona están los dos hayedos más
meridionales de Europa, el de Montejo de la Sierra y el de la Tejera Negra así
como el nacimiento del río Jarama.
Como curiosidad, Campillo
de las Ranas se menciona en uno de los Episodios Nacionales del insigne Pérez Galdós,
en concreto en Juan Martín el Empecinado,
en boca de un tal Viriato, personaje de novela picaresca (“Yo, señor oficial, estudiaba en la Complutense cuando declaramos la
guerra a Napoleón. Soy hijo de unos labradores de Campillo de las Ranas…),
pero la historia más bonita de este pueblo viaja con nosotros y no puedo resistirme
a contarla aunque solo sea someramente.
En esta localidad, nuestro
amigo Juan
Antonio vivió de niño, pues su padre estuvo destinado aquí como
profesor del pueblo, y frente a la casita que en su día habitó, lo fotografío
en unión de su esposa Soco. Juan Antonio no había regresado al pueblo
desde el ya lejano 1953, nada menos que ¡¡¡63 años!!! y se le ve realmente
emocionado. Me relata sus recuerdos de niño, sin electricidad en el pueblo, me
describe su cocina alumbrada por un candil, rodeados de nieve en el frío y
largo invierno… Una historia realmente entrañable.
Junto a la iglesia, en
torno a la cual juega un grupo de niños custodiado por quien parece ser su
profesor, nos detenemos a escuchar a nuestro guía, que nos emplaza junto a un
reloj solar.
Finalizada la visita a
Campillo de Ranas, nos dirigimos al que hoy va ser el último punto de nuestra
excursión en lo que a los llamados Pueblos Negros se refiere,
Majaelrayo
Aquí arribamos poco
después de la una del mediodía y permanecimos durante una media hora escuchando
las sabias palabras de Manuel, que además de la parte formal e
histórica del enclave, nos relata una anécdota que hizo famoso al pueblo y a
uno de sus habitantes en los años 90 del pasado siglo.
En este lugar se grabó un
anuncio célebre de una marca de automóviles todo terreno, que sacó del
anonimato al pueblo y que tuvo por protagonista al abuelo Jesús y su memorable
frase:
“…y qué, ¿el Madrid de
nuevo campeón de Europa?...”.
Majaelrayo es un conjunto
urbano, con 52 habitantes censados situado a 1.185 metros de altitud en plena
Sierra de Ayllón. Al igual que en los otros dos pueblos visitados, las
edificaciones urbanas se estructuran a lo largo de las calles formando núcleos
complejos como corrales o patios delanteros delimitados por vallas de pizarra
con pequeñas edificaciones complementarias.
Paseamos por Majaelrayo
donde, al igual que en las otras localidades, pude tomar algunas fotografías, y
alrededor de la una y media de la tarde abandonamos el lugar con dirección a
Tamajón donde nos despedimos de nuestro guía Manuel y continuamos el viaje
hasta
Cogolludo
localidad con 648
habitantes censados, que, como nos informa el prospecto que amablemente nos
proporcionó el Ayuntamiento, se asienta a unos 900 metros de altitud
sobre una colina cercana al valle de Henares, entre las primeras estribaciones
de la Sierra Norte y el final de la Campiña. Reconquistada por Alfonso VI en
1085, poco después Cogolludo recibió el título de villa. A partir de entonces
perteneció a los arzobispos de Toledo, a la orden de Calatrava y a la familia
Mendoza para, finalmente, pasar a formar parte de los dominios del primer Duque
de Medinaceli, que edificó aquí su majestuoso palacio.
Los
siglos XVI y XVII fueron una época de gran esplendor para la población,
levantándose entonces conventos y hospitales y reedificánose las dos iglesias.
Antaño
dedicada al cultivo de olivos, vides y cereales, hoy en día se ha convertido en
un atractivo destino tanto para los amantes del arte como para los de la buena
mesa, que acuden a degustar el tradicional cabrito regado con un buen vino de
Cogolludo.
Aquí arribamos sobre las
14:30 y nos dirigimos directamente al restaurante
Saboya, donde iba a tener lugar nuestro almuerzo.
El
almuerzo en Cogolludo
La comida fue realmente
estupenda. La cito para dar envidia a quien me lea. De primero, una excelente
sopa de ajos y de plato principal, como no podía ser menos, cabrito asado con
guarnición de patatas fritas y ensalada. El cabrito, realmente fuera de serie,
espectacular. De postre disfrutamos a elección, de flan, helados variados,
fruta o arroz con leche. Todo ello regado con un buen vino tinto y tras los
postres no faltó el aguardiente de orujo o el licor de yerbas o de café.
Tampoco estuvieron ausentes las infusiones y el café.
Este es el lugar para dar
cuenta de otra noticia emotiva: nuestra compañera del grupo de Viajes y vocal
de Cultura de la Hermandad, Isabel, que hoy cumplía años, ochenta y muchos
según nos dijo, nos obsequió con una copa de cava o de sidra, a elección. No le
faltó nuestro cariño y por supuesto tampoco el consabido “cumpleaños feliz”.
La
visita al Palacio de los Medinaceli
Tras la sobremesa, a las
17:00 horas iniciamos en compañía de nuestra guía Sandra, la visita al palacio de
los Medinaceli, o por mejor decir, lo que queda de él, aunque como nos informó
nuestra estupenda guía, ha sido restaurado en los últimos años.
Fue
su promotor el primer Duque de Medinaceli, quien, a finales del
siglo XV y de la mano del maestro de obras Lorenzo Vázquez, levantó el primer palacio
renacentista que se edificaba fuera de Italia.
El
edificio fue ricamente decorado con yeserías y azulejerías mudéjares.
Testimonio de su magnificencia es la crónica de la visita de Felipe el
Hermoso en 1502, que lo calificó como “el más rico alojamiento de
España”.
Maltratado
por el paso de los siglos, de su antiguo esplendor aún subsiste la monumental
fachada, restos de los patios y galerías del jardín y algunas yeserías
mudéjares. El edificio alberga ahora un pequeño museo donde se exponen restos
arqueológicos del palacio y muestras de su primitiva azulejería.
De lo poco que queda en
pie del edificio, llama poderosamente la atención una monumental chimenea en un
excelente estado de conservación.
Paseamos por los patios
del palacio vislumbrando el paisaje que lo rodea, atisbando en lontananza las
ruinas del Castillo de origen árabe,
que a pesar de haber sido volado en 1810 por las tropas francesas, aún conserva
una valiosa torre del siglo X.
En la gran Plaza Mayor de la localidad y con la
monumental fachada del palacio de Medinaceli a nuestras espaldas, el grupo de
viajeros quedó retratado para la posteridad.
Finalizamos nuestra visita
a Cogolludo en la iglesia de Santa María,
de estilo gótico tardío de la primera mitad del siglo XVI, aunque su portada es
ya renacentista. Despojada durante la guerra civil de sus antiguos retablos,
aún conserva un gran lienzo de José de Ribera, El Españoleto.
A las 18:40 se ponía en
marcha nuestro autobús que nos devolvería a nuestra sede en Madrid, exactamente
a las 20:05 tras un plácido viaje. Metro y Cercanías mediante, a las 21:00
estaba en casa en Las Rozas.
Juan José Alonso Panero
Las Rozas de Madrid, 10 de
abril de 2016