jueves, 22 de noviembre de 2018


PASTRANA y GUADALAJARA


El martes 13 del corriente mes de noviembre, la Hermandad de Jubilados de los ministerios de Comercio, Economía y Hacienda realizó una nueva excursión, en esta ocasión a la villa de Pastrana en la provincia de Guadalajara y a su capital.

El viaje de los 50 excursionistas se inició desde nuestra sede madrileña en Alberto Alcocer 2, con un retraso de 10 minutos por la tardanza de una viajera, de modo que a las 09:25 se puso en marcha el autobús.

Viaja conmigo mi amigo Pedro, y entre los compañeros de la excursión se encuentran los miembros del Grupo de Viajes Maribel, Jorge y Pilar. No lo hace nuestra querida Elena, convaleciente aún de una nueva operación en la pierna que la trae a mal traer desde hace ya dos años. Esperamos y deseamos que esta operación sea la definitiva y nos pueda acompañar de nuevo en nuestro próximo periplo. Además, viajan también otros excursionistas habituales como Merche, Carmen, Carmina, Ramiro, Nicolás López… además de una compañera, Amparo Campa, a la que hacía muchos años que no veía.


Llegamos a Pastrana en poco más de una hora y nada más arribar al pueblo tuvimos unos minutos de tiempo libre para visitar los baños y tomar unos cafés.
Antes de seguir adelante, como siempre hago, indico que todas las fotos de este reportaje fueron tomadas con una Leica M9-P digital con un solo objetivo Leica Elmarit 28mm f/2.8.

En cuanto a la parte cultural de mi relato, además de lo que nos disertó nuestro estupendo guía Manuel (que ya nos había acompañado en nuestro viaje a Alcalá de Henares el pasado mes de febrero) y lo expuesto por la guía local, Nieves, en la Colegiata de Pastrana, me he servido de la Wikipedia. Comencemos pues con unas palabras acerca de la villa de Pastrana.

PASTRANA

La villa ducal de Pastrana se encuentra a unos 750 metros de altitud y está situada a 45 Km de la capital Guadalajara y a 95 Km de Madrid. Su población actual no llega a los 900 habitantes. Está ubicada en la comarca de La Alcarria y tuvo su auge en los siglos XVI y XVII. Fue declarada Conjunto Histórico-Artístico en 1966.


Destacan en ella la Colegiata, el Palacio Ducal donde residió la Princesa de Éboli, los tapices flamencos de Alfonso V de Portugal, la fuente de los cuatro caños y los conventos fundados por Santa Teresa de Jesús; todo ello configura un ambiente medieval-renacentista entre recuerdos y leyendas que le mereció la calificación de “instantánea del tiempo pasado”. En palabras del premio Nobel de literatura Camilo José Cela en su maravillosa obra Viaje a la Alcarria, editado en 1948:



“…A la mañana siguiente cuando el viajero se asomó a la Plaza de la Hora y entró de verdad para su uso, en Pastrana, la primera sensación que tuvo fue la de encontrarse con una ciudad medieval, una gran ciudad medieval”.

Los romanos la llamaron Paternina. El pretor romano Tiberio Sempronio Graco destruyó la ciudadela carpetana durante la conquista en el año 180 a.C. Cien años después fue reconstruida por orden del cónsul Paterno Paterniano, de quien tomó el nombre de Paternina.

En el año 1174 el rey Alfonso VIII de Castilla concedió la entonces aldea de Pastrana junto con Zorita de los Canes a la Orden Calatrava, de quienes obtendría importantes privilegios. Más adelante, el rey Enrique II de Castilla a propuesta del maestre calatravo le concedió el título de villazgo en 1369. Pastrana creció a partir de entonces en detrimento de Zorita.



En 1541, con fuerte oposición de los pastraneros que no querían perder el estatus de realengo, compró la villa a la Corona doña Ana de la Cerda, abuela de la célebre Ana de Mendoza de la Cerda, quien casaría con don Ruy Gómez de Silva, secretario real de Felipe II, quienes obtuvieron del Rey los títulos de Duques de Pastrana y Príncipes de Éboli.

Con el ducado comienza una época de esplendor para Pastrana. Los duques fundan la Colegiata y ayudando a Santa Teresa de Jesús, dos conventos carmelitas descalzos en 1569. En 1573 muere el duque Ruy Gómez de Silva, y su viuda, la Princesa de Éboli decide meterse a monja en la Concepción, causando numerosos escándalos en el convento, razón que impulsa a Teresa de Jesús a llevarse a las monjas de la población.



En julio de 1579, al conocer Felipe II las intrigas de la Princesa de Éboli y su secretario Antonio Pérez (que acaba fugándose a Francia), ordena el encarcelamiento de Ana de Mendoza. Posteriormente, la Princesa de Éboli permaneció encerrada sus últimos años de vida en su propio Palacio Ducal hasta su muerte en 1592.

En el siglo XVIII los duques trasladan su residencia a Madrid, con lo que se inicia la decadencia de la villa.

Una vez terminados los cafés, nos dirigimos en primer lugar a visitar la Colegiata bajo las excelentes explicaciones que nos dio la guía local, Nieves. Fue declarada Bien de Interés Cultural en 2013.

La Colegiata

La iglesia colegiata de la Asunción está situada en el casco histórico de Pastrana y tiene sus orígenes en una primitiva iglesia románica del siglo XIII.



Su primera gran transformación se produce a partir de 1569 cuando el primer duque de Pastrana Ruy Gómez de Silva, obtiene la bula pontificia que permite convertir el templo en colegiata. Para adaptar el inmueble a su nueva categoría canóniga, construye una amplia cabecera de estilo gótico, conservando las naves, de lo que ahora mismo es el coro, sin ser alteradas.




La segunda gran transformación se realiza entre 1626 y 1639, cuando el arzobispo Pedro González de Mendoza reedifica y amplía el edificio. Se sustituye entonces la cabecera del templo por otra de mayores dimensiones con cripta y crucero, siguiendo el estilo clasicista escurialense.



En el interior destaca el retablo del altar mayor donde Matías Jimeno (pintor y retablero de Madrid formado en Italia) firmó en 1639 el Crucificado del ático, atribuyéndosele también las restantes pinturas del mismo retablo, sin firmar, una de las cuales, la Santa Margarita, imita la de Tiziano en El Escorial.



La cripta es de planta de cruz latina y cuenta con grandes urnas funerarias, seis de las cuales son de mármol rosado procedentes del panteón ducal del monasterio de San Francisco, en Guadalajara (que visitaremos antes de nuestro regreso a Madrid), y el resto de granito realizadas con la cripta. Aquí pude fotografiar el sarcófago que contiene los restos de la Princesa de Éboli.



Esta es la última reforma reseñable del templo y la que configura su apariencia actual, salvo por el campanario, al que se añadió un desafortunado reloj, que llama poderosamente la atención en la fotografía que incluyo, en la edad moderna.

El resultado es un templo de tres naves muy anchas, que se abren en la cabecera en un gran crucero, rematado por un breve presbiterio.



Es reseñable el órgano, construido en 1704 por Domingo de Mendoza, maestro de la Capilla Real en tiempos de Felipe V.

El museo de la Colegiata



Quizás lo más relevante de esta visita, es el museo que contiene la Colegiata, con una importante colección de tapices y un gran número de obras de arte de todo tipo como cuadros, altares, breviarios, elementos de orfebrería y relicarios entre otros.





Sin lugar a dudas, lo más impactante del museo es la colección de tapices flamencos del siglo XV que se clasifican en tres series:




-    - Una serie de cuatro tapices flamencos de lana y seda, datados entre 1472 y 1475, atribuidos al taller de Passchier Grenier en Tournai (Bélgica) y que representan hechos de la batalla de Alcazarquivir: El desembarco de Arcila, el cerco de Arcila, el asalto de Arcila y la toma de Tánger. Los tapices, restaurados hace unos ocho años, se conservan en un estado increíble. La impresión que a mí me produjeron es que acababan de salir de los telares antes de ayer… Jamás en ningún lugar vi una colección de tapices en tan maravilloso estado. Ya nos dijo la guía Nieves, que esta colección tiene fama mundial, y no me extraña en absoluto.




-     - Otros dos tapices flamencos, fabricados hacia finales del siglo XV, de temática guerrera similares a los anteriores, pero perteneciente a otra serie donde se representan el cerco y la entrada en Alcazarseguer.

-  - Dos tapices de finales del siglo XV que representan diversas hazañas de Alejandro Magno, de la serie conocida como la del Tetrarca.

Recorrido de la villa





Cuando finalizamos la visita a la Colegiata, pasadas las 12:30, iniciamos un recorrido a través del pueblo bajo la tutela de Manuel que duró cerca de una hora y donde nuestro guía nos fue dando explicaciones detalladas de todos los sitios por donde transitábamos, casas principales, como la de Don Leandro Fernández de Moratín, autor de El Sí de las Niñas, y lugares de mayor interés, destacando sobremanera la Fuente de los Cuatro Caños, típico ambiente de ruralismo culto, construida en 1588 y que se encuentra en muy buen estado tras ser restaurada y está enclavada en la plaza a la que da nombre.



El recorrido finalizó en la Plaza de la Hora, frente al Palacio Ducal, pasadas las 13:15. En la reseña que haremos del palacio, indicaremos de dónde le viene a esta plaza su nombre.

El Palacio Ducal


El palacio Ducal de Pastrana es de estilo renacentista proyectado en el siglo XVI por el arquitecto Alonso de Covarrubias. Fue declarado Monumento Nacional en 1941, y Conjunto Histórico-Artístico en 1966.


Es de planta cuadrada con torres a las esquinas y patio central proyectado por Antonio Fernández Alba. También cuenta con un jardín escalonado en la parte posterior del mismo. Por diversos motivos legales, el palacio nunca se finalizó.


La fachada es de sillería con escasos ornamentos. En el centro, el frontispicio principal de estilo renacentista destaca por su carácter italianizante y se puede leer la leyenda “De Mendoza y de La Cerda”. En el interior se conservan artesonados de estilo plateresco, igualmente obra de Alonso de Covarrubias. Los zócalos de azulejería toledana de estilo mudéjar y muebles chinos del siglo XIX decoran la parte baja del edificio, mientras los tapices del artista Luis Cienfuegos adornan sus paredes.



Su proyecto data de 1541, año de la compra de la villa de Pastrana por Ana de la Cerda y Castro, abuela de la Princesa de Éboli. En 1581 Ana de Mendoza fue encerrada en su palacio, en el que murió en 1592, atendida por su hija menor Ana de Silva (quien posteriormente se haría monja) y tres criadas.

Y como lo prometido es deuda, cuento a continuación el porqué del nombre de Plaza de la Hora:


Es muy conocido en dicho palacio el balcón que da a la Plaza de la Hora, donde podía salir la princesa durante una hora al día, y de ahí el nombre de la Plaza de la Hora, a donde da el balcón. Tras la fuga de Antonio Pérez al Reino de Aragón en 1590, Felipe II mandó poner rejas en puertas y ventanas del Palacio Ducal.


Quizás este sea el mejor lugar para decir unas cuantas palabras, pocas, de la Princesa de Éboli, tal como nos las expuso nuestro guía Manuel: Ana de Mendoza y de la Cerda fue una de las mujeres de más talento de su época, y se la consideró como una de las damas más hermosas de la corte española; en esto coinciden casi todos sus biógrafos, y que fue una mujer más adelantada a la época que le tocó vivir. En lo que no se ponen de acuerdo y abundan diferentes hipótesis es acerca del famoso parche en su ojo derecho. Entre las teorías sobre la causa de la pérdida de su ojo, la más respaldada es la que asegura que la princesa fue dañada por la punta de un florete manejado por un paje durante su infancia. Pero este dato no está claro; quizás no fuese tuerta sino estrábica. En apoyo de esta tesis, nos dijo Manuel que hay algún retrato de Ana de Mendoza donde aparece con el ojo izquierdo tapado, y no el derecho. En cualquier caso, hay pocos datos que mencionen dicho defecto físico.
Para los que quieran saber más de la Princesa de Éboli, les inserto el enlace a su biografía en la Wikipedia:


Este palacio, también fue el lugar de alumbramiento de María Ana de Austria, hija de María de Mendoza y Don Juan de Austria.

En 1997, la Universidad de Alcalá adquirió, restauró y finalizó el palacio a cargo de los arquitectos Carlos Clemente y Antonio Fernández Alba.

Recorrimos las estancias del palacio, incluyendo aquella donde fue recluida la princesa de Éboli y donde se asomaba al balcón, bajo las excelentes indicaciones y reseñas que nos iba dando nuestro guía Manuel.

Nuestro almuerzo

Poco después de las dos de la tarde habíamos finalizado la visita al Palacio Ducal y nos encaminamos a un antiguo convento donde iba a tener lugar nuestra memorable comida, y si utilizo ese adjetivo de memorable es porque creo que no me faltan razones para hacerlo. Reseño a continuación en que consistió nuestra colación:

Aceite de oliva gourmet con sales del Himalaya, crema de sopa de champiñones, migas con huevo escalfado, sorbete de mango, brocheta de redondo de ternera en su salsa con patatas panaderas, helado de moca, café e infusiones. Creo que sobran más aclarados.

Solamente añadir que antes de comenzar la comida propiamente dicha, me atiborré de un fantástico pan que no dejé de untar en el aceite de oliva con sales del Himalaya, de modo que cuando llegamos al último plato, la brocheta de redondo de ternera, tuve que hacer auténticos esfuerzos para finalizar con éxito el almuerzo.

Poco después de las cuatro de la tarde habíamos finalizado la comida y ya en el autobús nos encaminamos a Guadalajara, a donde arribamos poco después de las 17:00 horas.

GUADALAJARA

Guadalajara cuenta con 85.000 habitantes y se encuentra situada dentro del área industrial del Corredor del Henares, en la parte oriental del área metropolitana de Madrid.

Aquí, en Guadalajara, nos dirigimos directamente al convento de San Francisco que íbamos a visitar.


En el exterior del templo y aprovechando las escaleras que hay frente al mismo, nos hicimos la foto de grupo de los expedicionarios.

El convento de San Francisco

La fortaleza más reciente de la ciudad es el fuerte de San Francisco, construido en el siglo XIX aprovechando el antiguo convento de San Francisco, del siglo XIV. Junto a los edificios del convento, que se reformaron completamente, a veces sin respetar su estructura original, se levantaron unos pabellones auxiliares y una muralla con torreones de vigilancia.


En 1808, tras la invasión napoleónica, el convento de San Francisco se convirtió para las fuerzas ocupantes en el centro militar estratégico de Guadalajara. Es en esos años cuando el panteón es víctima de saqueos y cuando se profanan los sarcófagos.

Después de aquel primer episodio castrense, el viejo convento vivió una larga historia militar que se dilató hasta el año 2000, cuando el Ministerio de Defensa le cedió la propiedad al Ayuntamiento de Guadalajara.


La iglesia, que visitamos, es de traza gótica (atribuible al arquitecto Juan Guas) con una sola nave de seis tramos y capillas laterales entre los contrafuertes. Sin embargo, la sencillez de esta composición no le impide alcanzar unas dimensiones espaciales notables, convirtiéndola en el templo más amplio de la ciudad.


La cripta fue encargada por Juan de Dios de Silva y Haro, X duque del Infantado, al arquitecto Felipe Sánchez, quien diseñó una cripta y capilla inspiradas en el panteón de Reyes del monasterio del Escorial, dando comienzo las obras en 1696.

Los nichos para los sarcófagos se emplazan en cada uno de los intercolumnios, ocupando un orden vertical todo el paño, a excepción del hueco de entrada al panteón y del gran vano de comunicación con la capilla aneja. La cripta fue restaurada por el Ministerio de Cultura y abierta al público en 2011.


Como nos indicó Manuel y como ya hemos mencionado con anterioridad, la cripta fue profanada por las fuerzas napoleónicas no encontrándose en la actualidad ningunos restos humanos en los sarcófagos presentes, muchos de ellos, como se puede apreciar en la fotografía que inserto, destrozados. En cuanto a los sarcófagos que faltan, fueron trasladados a la cripta de la Colegiata de Pastrana.

Regreso

Sobre las seis de la tarde, una vez finalizada la visita al convento de San Francisco, iniciamos nuestro regreso a Madrid, a donde arribamos tras un ligero atasco cerca ya de las 19:30. Tuve suerte en la combinación del Metro hasta Príncipe Pío y en esta estación del Cercanías que me depositó en Las Rozas poco después de las 20:00 horas. Final de otro bonito viaje con la Hermandad, donde creo que todos hemos disfrutado, tanto de la maravillosa parte cultural como de la opípara comida.

Juan José Alonso Panero

Las Rozas, 19 de noviembre de 2018