RIOFRÍO y
LA GRANJA DE SAN ILDEFONSO
Nueva excursión con la
Hermandad de Jubilados de los ministerios de Comercio, Economía y Hacienda el miércoles,
25 de mayo con destino a los palacios de Riofrío y de La Granja de San
Ildefonso, en Segovia; salimos a las 09:15 de nuestra sede en Alberto Alcocer,
somos 42 los expedicionarios con mayoría femenina como suele ser habitual.
Entre los viajeros, nuestra vocal del Grupo de Viajes Elena Romero, la Tesorera de la
Hermandad Carmen
García Vega, Jorge Baeza, Vicesecretario y miembro del
Grupo de Viajes, así como su esposa Pilar, Rosalía, Carmina, Juan Carmona y su esposa Mª Victoria, Merche
y su hijo Javier
y un largo etcétera de compañeros, además de mi amigo Pedro García Mamolar y quien
suscribe estas líneas.
Como hago habitualmente
refiero que todas las fotos de este reportaje están tomadas con un teléfono
móvil Sansung Galaxy A40. Reseñar que
las fotos del interior del Palacio Real de La Granja de San Ildefonso son “robadas”,
ya que aquí imperaba la absurda prohibición de hacerlas, de modo que me las
arreglé como pude para tomar unas pocas instantáneas. En cuanto a la parte
cultural, me he servido de la Wikipedia, así como de la web VIAJAPORLIBRE.COM.
Tanto el palacio de
Riofrío como el de la Granja de San Ildefonso distan unos 80 Km desde Madrid,
de modo que arribamos a nuestro primer punto de la visita, el palacio de
Riofrío, poco más de una hora después de salir desde la capital. Dado que el
lugar no disponía de cafeterías donde reponernos con un café, nos limitamos a
ir a los baños e iniciamos nuestro recorrido a través de las instalaciones del
palacio.
PALACIO REAL DE RIOFRÍO
El palacio Real de Riofrío
es una de las residencias de la familia real española, gestionada por el
organismo Patrimonio Nacional, que administra los bienes del Estado al servicio
de la Corona. Se encuentra en un enclave del término municipal del Real Sitio
de San Ildefonso, en Segovia, a 11 Km de la localidad de San Ildefonso.
El palacio es de estilo italiano con planta cuadrada y tres pisos de altura, diseñado por el arquitecto italiano Virgilio Rabaglio a imagen y semejanza del Palacio Real de Madrid. Resulta de interés el Museo de Caza, además del patio interior, la escalera de honor, la capilla y su colección de pinturas, tapices y muebles.
Salas
El palacio se abrió por
primera vez al público el 14 de julio de 1965 y desde esa fecha se pueden
visitar las siguientes salas: la Capilla Real, la Escalinata, el Pasillo de
entrada, Primera y Segunda sala con pinturas de la “Vida de Cristo”, la Cámara
o Sala de Snyders,
el Salón de Billar, la Saleta de paso o “tranvía”, el Comedor, el Tranvía de
los llamadores, el Salón, la Cámara Oficial, el Despacho de Alfonso XII,
la Sala de Música, el Anteoratorio y el Oratorio, el Dormitorio de Alfonso XII,
la Saleta de Recuerdos, el Salón de Tapices y la Cámara y Dormitorio llamados
“de Don Francisco
de Asís”.
Recorrimos todos estos
lugares a nuestro aire y comodidad, ya que no llevábamos guía, pero la verdad
es que tampoco se echó mucho en falta, ya que todos los espacios visitados
contaban con el consiguiente panel informativo. A todos nos pareció realmente
muy interesante y pudimos apreciar el gran cuidado en que se encuentran las
instalaciones.
Museo de Caza
El ala este del palacio
alberga el Museo de Caza, instalado en el edificio en los años 60 del pasado
siglo como exponente de la historia del arte cinegético.
Debido a las casi 700 hectáreas que rodean el palacio y la afición de la familia real por la caza, parte de las instalaciones de este palacio están pues, dedicadas al Museo de Caza. El museo consiste en un repaso a todo el proceso de la caza, desde los tiempos primitivos hasta la actualidad. Además, presenta una gran cantidad de animales fruto de una impecable labor taxidermista. Son magníficas las 28 diaporamas (escenarios tras un cristal) en los que se componen escenas de animales cazados en distintas zonas de la península ibérica y disecados por José Luis López y Emilio Ruiz del Río, taxidermistas del siglo XX y que tardaron cuatro años en su elaboración.
Alberga también trofeos e ilustraciones sobre actividades cinegéticas, pinturas sobre este tema y tapices de la Real Fábrica, cuadros relacionados con la caza, de Velázquez, Rubens, Synders, entre otros artistas.
Todo lo que se diga de este Museo de la Caza se quedará corto. Es realmente extraordinario y el visitante tiene la impresión de estar viento auténticos animales vivos, es absolutamente impactante. Todo lo que se diga es poco. Los expedicionarios salimos de allí realmente asombrados sin poder refrenar comentarios de la maravilla que habíamos visitado. Una auténtica e inesperada sorpresa que nos deslumbró a todos.
Real
Sitio de San Ildefonso
El Real Sitio de San
Ildefonso, más conocido como La Granja, es un municipio de Segovia, 5.237
habitantes a 1.193 metros de altitud, que comprende por orden de número de
habitantes, las poblaciones de La Granja de San Ildefonso, La Pradera de
Navalhorno, Valsaín y Riofrío.
Acabada la visita al
palacio de Riofrío sobre el mediodía, nos encaminamos al de la Granja, sito a
unos pocos kilómetros de distancia. Ya en el lugar y antes de comenzar la
visita al palacio, aprovechamos, ya que aquí sí había cafeterías, para, además
de ir a los baños, tomarnos unos cafés tardíos que nos supieron a gloria, pues
no habíamos ingerido nada desde el desayuno de la mañana en nuestras
respectivas casas.
Aquí, al igual que en
Riofrío, hicimos la visita del palacio por nuestra cuenta, también sin guía,
pero contando con las indicaciones de los paneles expuestos en las diferentes
estancias.
PALACIO
REAL DE LA GRANJA DE SAN ILDEFONSO
Es una de las residencias
de la familia Real Española y se halla situado en la localidad de Real Sitio de
San Ildefonso y está gestionado por Patrimonio Nacional.
El Real Sitio de La Granja está situado en la vertiente norte de la sierra de Guadarrama, a 13 Km de Segovia y a unos 80 Km de Madrid. Su nombre proviene de una antigua granja que los monjes jerónimos del monasterio del Parral tenían en las inmediaciones. En 1719 el rey Felipe V mandó construir una capilla en sus alrededores, “sin demoler cosa alguna de lo antiguo”, lo cual explica según Eugenio de Llaguno en su Noticias de los arquitectos y arquitectura de España desde la Restauración, publicada treinta años tras su fallecimiento por Juan Agustín Ceán Bermúdez en 1829, “su irregularidad” y el hecho de que sea “un conjunto de añadiduras”.
El rey Felipe V muere en 1746 y es enterrado en la Colegiata. Su viuda, Isabel de Farnesio, durante el reinado de su hijastro Fernando VI, se retiró a San Ildefonso. La reina, italiana, encargó a paisanos suyos, bajo la supervisión del pintor y arquitecto Andrea Procaccini, una ampliación del palacio. Así, entre 1727 y 1737, se añaden dos patios abiertos, uno de los cuales, el llamado de Herradura, es actualmente la entrada principal al palacio. La reina murió en 1766 recibiendo sepultura, como su esposo, en la Colegiata y no en la cripta real de El Escorial por su propia decisión.
Durante el reinado de Carlos III
el Real Sitio adquirió su ordenación definitiva. En los siglos XVIII y XIX, el
Palacio de San Ildefonso fue residencia de verano de los Borbones y en él se
celebraron hechos relevantes de la historia de España, pudiendo destacar los
siguientes: la boda de Carlos IV con Mª Luisa de Parma; la firma del
Tratado de San Ildefonso entre España y Francia; el ministro Calomarde
consigue durante la agonía de Fernando VII que se derogue la pragmática
sanción decretada por Carlos IV a petición de las Cortes de 1789;
los sargentos sublevados de la guarnición, obligan a María Cristina de Nápoles a
proclamar la Constitución de 1812. Fue asimismo lugar de recepción de embajadas,
nacimiento y bautizo de infantes, entre ellos el de la infanta Isabel (La
Chata) y el de Don Juan, padre de Juan Carlos I.
Sufrió un devastador incendio en 1918 que afectó a la techumbre de todo el palacio y a la Casa de Canónigos, quedando destruidos los frescos que decoraban los techos de la planta alta, algunas lámparas de cristal y bronce, muebles y las riquísimas telas que adornaban las paredes de los salones de esta planta.
El conjunto lo conforman el palacio propiamente dicho y una serie de edificios anejos, que dan a aquel una forma de U, con los Jardines del Medio Punto, donde se alzan los diferentes árboles de especies de enormes coníferas exóticas como secuoyas o abetos de más de 300 años que le eran regalados al rey. Anexada al palacio, se halla la antigua capilla del monarca, la Real Colegiata de la Santísima Trinidad, que a su vez contiene un espacio conocido como Capilla de las Reliquias y Cenotafio Real. Sin embargo, aquí no están enterrados el rey Felipe V y su segunda esposa Isabel de Farnesio, sino que sus restos descansan en una cripta situada detrás del altar mayor.
El interior del Palacio es profundamente barroco con hermosos frescos en los techos y molduras de madera policromada en oro. También destacan las impresionantes lámparas de vidrio fabricadas en la Real Fábrica de Cristales de la Granja.
Los expedicionarios
recorrimos todas las dependencias que, al igual que en el palacio de Riofrío,
encontramos muy cuidadas, y quien suscribe estas líneas recordó la visita que a
estos lugares hizo en 1995 con su esposa Eloísa.
Nuestro
almuerzo
Finalizada la visita al
Palacio de la Granja de San Ildefonso tomamos de nuevo el autobús y nos
dirigimos al cercano pueblo de Torrecaballeros, donde teníamos previsto nuestro
almuerzo en La Portada de Mediodía.
Los 42 viajeros ocupamos todo el comedor en dos grandes mesas y las viandas de
que disfrutamos fueron realmente excelsas. Como inserto en este relato el Menú
que tuvimos no me extiendo mucho más en este punto, pero sí quisiera relatar
que los Judiones de la Granja, las Croquetas de Jamón y Ave, los Huevos Rotos y
el Asado de Cochinillo con ensalada estaban realmente sublimes. La abundancia
de los manjares fue tal, que quien firma este relato, que se precia de ser un
comensal muy agradecido, no pudo finalizar el plato fuerte, el cochinillo. Recomiendo
vivamente este lugar, quien lo visite no quedará defraudado.
Abandonamos La Portada de Mediodía cerca ya de las 5
de la tarde y nos dirigimos de nuevo al Palacio de la Granja de San Ildefonso
para visitar las famosas fuentes monumentales, cuyo funcionamiento comenzaba a
las 17:30.
Las
fuentes monumentales
El autobús nos dejó de
nuevo a la entrada de la gran explanada que conduce a los jardines y el palacio
real de La Granja de San Ildefonso, y otra vez, en esta ocasión con la comida
como quien dice en el estómago, tuvimos que subir la cuesta de cerca de un
kilómetro que nos llevaba hasta la entrada, que resguarda el recinto de las
fuentes monumentales.
Es sin lugar a dudas, la parte más conocida del Palacio segoviano. El abastecimiento de agua de todo el sistema procede de los arroyos Morete, Carneros y Cacera de Peñalara o Chorranca, que mediante cañerías y caceras llenan el estanque conocido como El Mar, que se encuentra situado en la cota más alta del jardín y cuya capacidad es de 216.000 m3,abasteciéndose de él la mayor parte del sistema. Para suministrar el agua a las diversas fuentes existen otros ocho estanques y depósitos más, El Chato, El Cuadrado, Las Ranas, El Medio Celemín, Las Llagas, Las Ocho Calles, depósito El Nuevo y depósito de Uso Común, que se encuentran situados a distintas cotas, con lo que se consiguen las diferentes presiones adecuadas para las fuentes, así éstas pueden conseguir chorros de distintas alturas y se evita que la presión de unas se vea afectada al encender el resto.
Diseminadas por los jardines se encuentran 21 fuentes, estando dotadas cada una de ellas de una cámara de válvulas o arqueta donde se ubican las llaves de apertura. Las tuberías que forman el sistema hidráulico de 300 años de antigüedad son, en su mayoría, de hierro fundido, alcanzando un diámetro de hasta 50 cm. Las principales de mayor longitud y diámetro, están dotadas de sus correspondientes ventosas para permitir la salida del aire del interior. Las tuberías tienen una longitud total aproximada de 13 kilómetros.
Las fuentes están inspiradas en la mitología clásica, incluyendo deidades, alegorías y escenas mitológicas. Se construyen en plomo para prevenir la corrosión, aunque pintadas a imitación de bronce para ennoblecerlas, al igual que en Versalles.
En total hay 21 fuentes con más de 300 surtidores de agua. Todas las fuentes consumen una media de 9.000 metros cúbicos por hora si funcionan a la vez, la misma cantidad de agua que se consume en la ciudad de Segovia. El depósito principal se vaciaría en 13 horas; por eso las fuentes nunca han funcionado todas a la vez y estaban pensadas para ser encendidas solamente cuando se acercara el rey. Por este motivo, además del deterioro que supondría su actividad continua, funcionan en temporada estival algunas, pero solo lo hacen todas 3 veces al año: el 30 de mayo, día de San Fernando, el 25 de julio, día de Santiago y el 25 de agosto, día de San Luis.
Todas las fuentes tienen
sus propios nombres: de la Fama, de la Carrera de Caballos, de la Cascada
Nueva, de los Vientos, de la Selva, de las Caracolas, del Abanico y los
Céfiros, de los Baños de Diana, de las Ranas, etc. hasta un total de 21.
En la tarde de nuestra visita funcionaban 4 fuentes, pero nos perdimos la primera, ya que llegamos 15 minutos tarde, pero el espectáculo de las tres que sí vimos, fue realmente espectacular, impresionante. Merece la pena sin lugar a dudas.
El
regreso
Nuestro autobús se puso en
marcha a la hora prevista, 18:45 y llegamos a Madrid a las ocho de la tarde. Me
despedí apresuradamente de los compañeros de los asientos más próximos y de mi
amigo Pedro,
me encaminé a la boca del Metro de Cuzco, tomé el tren en dirección a la
estación de Príncipe Pío y una vez allí el Cercanías que me depositó en Las
Rozas. Cuando llegué a casa eran las nueve y aún había luz de día. Me metí en
la ducha y me pesé, había perdido 2 Kg pese a la comida pantagruélica que
tuvimos, pero hay que tener en cuenta lo mucho que anduvimos y las cuestas que subimos.
Pongo el punto final
diciendo que la excursión, una vez más, fue un éxito absoluto, y una vez más
quiero dejar constancia de las felicitaciones, más que merecidas, a Elena,
Jorge
y Pilar.
Juan José Alonso Panero
Las Rozas, 4 de junio de
2022