martes, 27 de septiembre de 2016

MOSCÚ y SAN PETERSBURGO


Rusia, la gran Rusia, Tolstoi, Guerra y Paz y Ana Karenina; Dostoyevski, Los hermanos Karamazov y Crimen y Castigo; Tchaikovsky y la Obertura Solemne 1812; los cuentos de Chejov; Iván Bunin y La aldea; Boris Pastrernak y el Doctor Zhivago, Alexandr Solzhenitsyn y el Archipiélago Gulag, todo eso, y mucho más me viene como un torrente al pensamiento cuando evoco a Rusia. Como siempre que me veo en el trance de comenzar un nuevo relato, no sé realmente cómo hacerlo. Para mí, es el momento más difícil; luego, una vez que la historia va más o menos encarrilada, la cosa se hace menos ardua, o al menos, a mí así me lo parece. Comencemos pues.



Desde siempre me había atraído la idea de conocer Rusia, de modo y manera que cuando en la Hermandad de Jubilados de los ministerios de Comercio, Economía y Hacienda decidimos, tras varios años de espera, el hacer realidad un viaje a Moscú y San Petersburgo, no dudé un solo segundo en estar entre los expedicionarios. Hablé con mi amigo Pedro, que también se apuntó, y el día 6 de septiembre, martes, allí estábamos todos, en la terminal 1 del aeropuerto de Barajas, en total hasta 49 viajeros, entre ellos, ¡sorpresa! se encontraba Elena, nuestra tesorera y compañera del grupo de viajes. Digo sorpresa, no por su presencia, que estaba más que prevista, sino porque se encuentra en una silla para discapacitados físicos; en una caída se rompió el talón de Aquiles, tuvo que ser operada y aún se encuentra convaleciente, pero con más valor que un torero, ha decidido que ella no se pierde el viaje, no solo eso, sino que, con grandes arrestos, es la jefa indiscutible del grupo y la que se pone al frente de la “manada”.

Como suelo hacer en estos relatos, escribo la historia cronológicamente, indicando en la cabecera la fecha y el lugar.



También, como es mi costumbre indico la ficha técnica de las fotos. Todas ellas fueron tomadas con una Leica M9-P. Casi la totalidad de las imágenes están captadas con un objetivo Leica Elmarit 28mm f/2,8, y solo unas pocas, en concreto las nocturnas de San Petersburgo y una panorámica de la ciudad con un objetivo Leica Summicron 50mm f/2.

6 de septiembre, martes. Moscú



Despegamos de Madrid en un Boeing 737-800 de Aeroflot con 15 minutos de retraso, en concreto a las 12:15 y aterrizamos en Moscú a las 18:10 hora local (una hora más que la España peninsular), tras un viaje sin sobresaltos de 5 horas de duración. Nos esperaba el guía designado por nuestra agencia de viajes, Idea Tours, Román, un chico de unos 40 años, persona agradable, pero que tuvo un comienzo algo desafortunado, al no saber, en mi opinión, dar forma al hecho de que se iba a quedar con nuestros pasaportes hasta la salida para San Petersburgo, y además, nos propuso un desplazamiento opcional, 35 euros, para esa misma noche tras la cena, del cual no se hablaba para nada en el programa de viaje. Ambas circunstancias las podía haber enfocado de forma diferente y no se hubieran producido las diversas protestas que hubo, entre ellas las mías. Afortunadamente, las aguas se calmaron, volvieron a su cauce y llegamos al hotel Holiday Inn. Me dan la habitación 402, muy buena, espaciosa, y con un baño fantástico. Cenamos a las 20:30. Lo hice en compañía de Pedro, y de Juan Antonio y Soco, que también formaban parte del grupo.

Recorrido panorámico nocturno de Moscú


Tal como he indicado, una vez finalizada la cena, a las 21:30, una gran mayoría de los 49 expedicionarios que nos habíamos apuntado al tour opcional, salimos del hotel para recorrer los diferentes lugares de la capital moscovita.




En líneas generales la visita resultó interesante, algunos lugares más que otros, pero todos merecían la pena. Si tengo que elegir dos momentos destacados, me quedaría sin lugar a dudas con la espectacular belleza del Hotel Ucrania, así como la singularidad espléndida de la ciudad financiera moscovita.



7 de septiembre, miércoles. Moscú

Tras haber desayunado en un excelente bufé, salimos sobre las 09:00 para hacer un recorrido panorámico de Moscú.

La Plaza Roja y la iglesia de San Basilio



Descendimos del autobús en la Plaza Roja. En este punto tengo que hacer hincapié en la mala suerte que tuvimos los expedicionarios, al coincidir nuestra visita a Moscú con la celebración de unas fiestas locales, de modo que la famosa plaza estaba vallada y con graderíos en su interior, que impedían disfrutar de la grandiosa visión de conjunto de la plaza por todos vistas en los documentales al uso. Tampoco se podía visitar el mausoleo de Lenin: una pena.



Recorrimos la espléndida plaza de arriba abajo y nos las arreglamos como buenamente pudimos para tomar las pertinentes fotos del lugar. La verdad sea dicha, que entre la multitud de visitantes, donde destacaban la profusión de grupos chinos, y las dificultades encontradas con vallas y graderías, la toma de fotos se hacía poco menos que imposible. Disparé mi cámara como pude y cuando pude, pero no estoy especialmente satisfecho de lo que pude plasmar. Como dice el refrán, el hombre propone y Dios dispone.

La iglesia de San Basilio


En este primer recorrido solo vislumbramos el exterior de la espectacular iglesia. El interior lo visitamos otro día, pero por motivos de uniformidad creo que éste es el lugar adecuado para insertar también las fotos interiores del templo.



“La edificación, de 65 metros de altura, coronada con una techumbre piramidal y ocho cúpulas multicolores, impresiona por su perfección arquitectónica y la riqueza de la ornamentación de filigrana. San Basilio fue erigida por disposición de Iván el Terrible en 1554-1563. El templo es de tipo céntrico: a su mole principal están adosadas ‘en pétalos’ ocho capillas. Inicialmente las capillas estaban rematadas por simples cúpulas-cascos. Las cúpulas acebolladas de colores datan de mediados del siglo XVIII. El altar principal (central) de la catedral está dedicado a la intercesión de la Santísima Virgen.





Ante la catedral se alza el monumento, solemnemente inaugurado en 1818, obra de Iván Martos, que representa a los organizadores de las milicias populares de 1612 en la lucha contra los invasores polacos” (folleto de la editorial León de Oro).

Iglesia de Cristo Salvador

Desde la Plaza Roja nos dirigimos a esta espléndida iglesia, con una historia más que singular. La construcción del tempo original, enclavado en la cima de la colina Chertolsk, duró unos 40 años, de 1839 a 1883, y estaba dedicado a “la eterna memoria y al afán, fidelidad y amor sin par, a la patria”, que demostró el pueblo ruso en su lucha contra las huestes de Napoleón Bonaparte. La envergadura del templo, con 103 metros de altura y una capacidad para albergar a unas 10.000 personas, lo convirtió por muchos años en la más grande edificación de Moscú.


En diciembre de 1931, el régimen soviético decidió su voladura, y no fue hasta 1996 que, como se suele decir, la iglesia de Cristo Salvador resurgió de sus cenizas. Aunque parezca mentira, sobre todo tras visitar el interior de la iglesia (donde estaba prohibida la toma de fotografías), el templo fue reconstruido en el plazo de un año. Realmente espléndido.

Foto del grupo


Antes del almuerzo, y con la Universidad de Moscú como fondo, realizamos la foto que inmortaliza la visita de la Hermandad a Rusia.

Almorzamos

Nuestro primer almuerzo, que Pedro y yo realizamos junto a Pilar y su hermana, tuvo muy ligeras variaciones en nuestra estancia rusa, consistió en una ensaladilla rusa de primero, una sopa de remolacha y un ragout de carne, con brazo de gitano de postre. Hay que recalcar que la sopa, de una u otra forma, siempre estuvo presente en todas nuestras colaciones, que casi de forma invariable comenzaban con una ensalada y finalizaban con pollo empanado, carne en sus diversas formas y alguna vez pescado. Tampoco se podía pedir más. Nos dirigimos a continuación al Kremlin.

El Kremlin, la iglesia de la Dormición y el Museo de la Armería

“El Kremlin -corazón del estado ruso- es un conjunto arquitectónico de carácter único, dispuesto en un territorio de 28 hectáreas en el centro de Moscú, cuya historia está indisolublemente vinculada con la historia de la capital de Rusia. La fortaleza recibió el nombre de Kremlin en el siglo XIV.



En la época de los zares de la dinastía Románov, sufrió una notable reconstrucción: fue remodelado el conjunto de los aposentos reales (1635-36), erigido el nuevo palacio del Patriarca y nuevamente decorados los templos con pinturas murales. Aquí se encontró el cuartel general de Napoleón Bonaparte en 1812.


Después de la revolución de 1917, el Kremlin se convirtió en la sede del gobierno soviético, efectuándose una importante restauración de los antiguos monumentos, pero también sufrió irreparables pérdidas, tales como los monasterios del Milagro y de la Ascensión, el templo del Salvador sobre el Pinar y otras edificaciones”.


Aquí pudimos admirar la llamada Campana Zarina, con un peso de 200 Tm y una altura superior a los 6 metros, fundida en la década de 1730 y que jamás llegó a sonar. También vimos el impresionante Cañón Zar, fundido en cobre en 1586, la más grande bombarda medieval del mundo con una longitud superior a los 5 metros y un calibre de 890 mm. Al parecer, tampoco llegó nunca a disparar.

La iglesia de la Dormición


Este bello edificio de cinco cúpulas está emplazado en el punto más elevado de la colina del Pinar, y a lo largo de varios siglos fue el templo principal de Rusia. Aquí fueron coronados todos los zares de Rusia, incluyendo al último, Nicolás II, en 1896. Durante siglos, la catedral estuvo ligada a los acontecimientos más importantes de la vida del país. Aquí, no solo se coronaban los monarcas rusos, sino que también se elegían a los jefes de la Iglesia Rusa, se rezaba un tedeum antes de salir en campaña militar o con motivos de victorias del ejército ruso; también se promulgaban actas estatales y se realizaban los funerales de los metropolitanos y patriarcas.

Museo de la Armería

Por último, visitamos en el día de hoy el llamado Museo de la Armería, uno de los más conocidos del mundo, que atesora símbolos únicos del estado ruso. La colección del museo cuenta con cerca de cuatro mil objetos de exposición de exclusivo valor. Se trata de antiguas obras de arte, joyas, regalos de estado hechos a los zares rusos, trajes de gala, armas, arneses,  carrozas y tronos. En dos salas de la planta baja está dispuesta la exposición “Fondo de diamantes” del Ministerio de Finanzas de la Federación de Rusia, donde se exhiben las famosas coronas reales, condecoraciones, adornos de joyería, raras piedras preciosas, pepitas de oro y un largo etcétera.

El gran Palacio del Kremlin


Aunque no es visitable en su interior, ya que es la sede del gobierno ruso, hay que hacer mención de este palacio, solemnemente inaugurado el 22 de agosto de 1851 en honor del 25 aniversario de la coronación de Nicolás I. El majestuoso edificio se inscribió orgánicamente en el viejo conjunto del Kremlin. Su cuerpo central, rematado por una torre con mástil para la bandera, da al río Moscova.

8 de septiembre, jueves, Moscú

Serguei Posad


Salimos del hotel a las 08:30 para recorrer unos 60 Km hasta Serguei Posad, donde se encuentra el complejo del monasterio de la Trinidad y de San Sergio, centro espiritual de la religión ortodoxa; como nos señaló nuestro guía Román, metafóricamente hablando estábamos en el Vaticano ortodoxo.



Este monasterio, el más grande de Rusia, del cual es el Patriarca de Moscú y de toda Rusia, fue fundado en la década de 1330 por el reverendísimo Sergio de Radonezh. Actualmente, en el territorio del monasterio (cerca de 14 hectáreas), se concentran más de 50 edificios e instalaciones, desde monumentos de estilo moscovita temprano hasta obras maestras del barroco isabelino. El templo principal del monasterio, la catedral de la Trinidad, fue erigido en 1422-23, y se convirtió en el sepulcro de San Sergio de Radonezh. El templo es célebre por su iconostasio, en el cual se conservan cerca de 40 iconos ejecutados por Andrei Rubliov, Daniel el Negro y pintores de su círculo en la década de 1420. Lamentablemente, no se podían hacer fotografías en los interiores de los templos.




Tras las visitas de las iglesias tuvimos tiempo libre desde las 11:30 hasta las 12:15 en que nos reunimos todos bajo una más que ligera lluvia para dirigirnos a comer, ensalada, sopa muy rica, parecía champiñones y espárragos, y pechuga de pollo empanado con puré de patatas y té. Pedro y yo compartimos mesa con Ángeles y Emilia, gallegas de Vigo.



Sobre las tres de la tarde partimos hacia Moscú, a donde llegamos a las 15:45. Visitábamos la famosa calle peatonal Arbat, cuando casi nos coge una tormenta. Pedro y yo nos pudimos refugiar en un café, y a las 16:30, después de haber dado un ligero paseo por la calle Arbat ya sin lluvia, estábamos en el punto de reunión del grupo para ir a ver el interior de San Basilio, cuyo relato y fotografías están insertos en lo escrito en el día de ayer. Acabamos la visita a las 17:45, y me fui paseando con Pedro hasta las Galerías Gum. Allí nos reunimos con Soco y Juan Antonio, Mª Teresa y Carmen, y todos juntos regresamos al punto de encuentro para coger el autobús hacia el hotel a las 18:30.

9 de septiembre, viernes, Moscú

El día de hoy lo califico como demencial. Me explico. Nos levantamos a las 6 de la mañana para desayunar a las 07:00 cuando se abría el bufé del hotel. Hoy hicimos un total de 500 Km en el autobús (250 de ida y otros tanto de vuelta), pero el tiempo que nos llevó el recorrer esa distancia, no fue, como se podría pensar, el que nos hubiera llevado en España u otro país de la Europa Occidental. La infraestructura viaria que recorrimos era francamente deplorable, con solo unos pocos kilómetros de autovía, de modo que “disfrutamos” de asiento en el autobús por un total de 9 horas, repartidas en 4 ½ de ida y otros tanto de vuelta.


La pregunta que mi benévolo lector se estará haciendo es la misma que nos hicimos todos los expedicionarios de esta historia: ¿Merecían la pena tantas horas de viaje para ver el lugar al que nos dirigimos? La respuesta es difícil, pero dado que al final todo se dio bien, incluyendo las visitas que efectuamos a las distintas atracciones incluidas en el programa, podemos decir que el balance final fue, duro, pero positivo. Como dice el refrán, bien está lo que bien acaba.



Excursión al Anillo de Oro: Vladimir y Souzdal

Vladimir



Visitamos en primer lugar este bonito pueblo, fundado en 1108 por el príncipe Vladimir Monomaj. Nos dirigimos en primer lugar al museo de Cristal y Miniaturas, y luego al monasterio de la Dimistrievsky y al monasterio de la Asunción, con su rica ornamentación interior. Tras el almuerzo (ensalada, sopa de verduras con cebollas y una especie de cazuela de carne con bechamel y arroz), nos dirigimos a la ciudad de

Souzdal


Esta bella ciudad está considerada como museo histórico-artístico. Aquí admiramos las cinco cúpulas azules de la catedral de la Natividad y las numerosas cúpulas de sus iglesias y campanarios que hacen de esta ciudad un lugar poético e inconfundible.


También disfrutamos de un “concierto de campanas” realmente original, y, luego, en el interior del templo, tres sacerdotes ortodoxos interpretaron unos cantos que se asemejaban al gregoriano nuestro. Realmente bonito e interesante.

Museo Etnográfico

Acabamos nuestra visita paseando por el museo etnográfico, con típicas construcciones rusas en madera que nos dieron una visión aproximada de la vida del campesinado.


Nuestra jornada finalizó a las 17:30 y cogimos el autobús de vuelta a las 18:10. Llegamos al hotel a las 22:25. Fuimos directamente desde el autobús al comedor al fin de poder llevar a cabo nuestra cena.

10 de septiembre, sábado, Moscú y San Petersburgo

Desayunamos a las 09:00 y salimos del hotel, ya con las maletas, a las 10:30. Nos dirigimos a visitar el famoso Metro de Moscú

El Metro de Moscú


El Metro de Moscú se encuentra entre los más grandes del mundo: más de 180 estaciones con una extensión total en la red de más de 300 Km. 44 de las estaciones del Metro moscovita están incluidas en el patrimonio cultural ruso.


Aunque ya bajo el gobierno de los zares hubo un par de intentos de poner en marcha un proyecto que desarrollara el Metro de Moscú, no fue hasta 1931, ya bajo el gobierno soviético, que se inició la construcción, y en 1935 ya funcionaba una línea, la Park Kulturi-Sokólniki con 12 estaciones. En la creación del Metro, los ingenieros, arquitectos y decoradores rusos supieron resolver brillantemente la conjunción del aspecto funcional y el artístico, lo que ha convertido al Metro de Moscú, ya desde sus inicios, en el más bello y espectacular del mundo. En la década de los años 50 del pasado siglo, el Metro fue utilizado propagandísticamente por el régimen soviético, y sus vestíbulos y subterráneos se convirtieron en salas ricamente ornamentadas con profusión de esculturas y adornos de mosaicos y bronce.



Nuestra visita al Metro durante cerca de una hora y el recorrido de varias líneas en 5 ó 6 paradas, estuvo francamente bien organizado por Román, y nunca ninguno de los 49 expedicionarios corrió el menor riesgo de pérdida, pese a la gran profusión de usuarios que lo utilizaban. Un gran mérito por parte de Román.


A mí particularmente el Metro moscovita me pareció espectacular, algo incomparable. Como curiosidad, las escaleras mecánicas funcionan a bastante más velocidad que en España u otros países occidentales, y los trenes entran en las estaciones con bastante más aceleración que en España.




Viaje en tren hasta San Petersburgo

Cuando salimos del Metro efectuamos nuestro almuerzo, tal vez el más flojo hasta la fecha, una ensalada insípida, una sopa que no sabía a nada, y algo de carne y de postre una minicuajada. Nos dirigimos a la estación y cogimos el tren para San Petersburgo a las 15:40. Nos acompañó en el viaje Román. Durante el trayecto, el tren solo alcanzó la velocidad de 250 Km/h en un solo momento. Regularmente se desplazaba entre 180 y 220 Km/h, y pocas veces llevaba una velocidad constante. Tenía una cierta similitud con el AVE, pero sin las prestaciones más brillantes de éste. En cuanto al lugar para colocar las maletas, aquí los problemas fueron los mismos que en el AVE, falta de espacio y mala organización.

San Petersburgo


San Petersburgo, es la segunda ciudad más poblada de Rusia con algo más de cinco millones de habitantes. Está situada en la región de Leningrado, nombre que compartía con la ciudad en la época soviética (1924-1991). Los otros nombres de la ciudad fueron Petrogrado, desde 1914 hasta 1924, y Leningrado desde 1924, tras la muerte de Lenin, hasta 1991. Fue fundada por el Zar Pedro el Grande en 1703. A partir de entonces se convirtió en la capital del imperio ruso durante más de doscientos años. Con el estallido de la revolución rusa la ciudad devino en el centro de la rebelión. En marzo de 1918 la capital fue trasladada a Moscú. Durante la II Guerra Mundial tuvo lugar el sitio de Leningrado durante 29 meses, en los cuales el ejército alemán bombardeó la ciudad y así mismo la bloquearon para que no pudiera abastecerse. Aún así, los nazis nunca consiguieron romper el cerco.


Llegamos a San Petersburgo a las 19:30 con lluvia moderada, pero muy molesta para unos pasajeros que tenían que arrastrar maletas bajo las inclemencias del tiempo, siguiendo a una guía que había sustituido a Román, y que nos dirigió tras un trayecto de unos 200 metros hacia el autobús. Aquí tengo que resaltar algo importante. Fue demencial el que nos hicieran subir las maletas al autobús cuando el hotel estaba a 100 metros cruzando un semáforo. Román, que como ya he dicho había viajado con nosotros, traspasó “oficialmente” los poderes a Larisa, la nueva guía, auténticamente soviética, a la que Pedro, pese a su habitual tranquilidad, ya en el hotel, no vio más salida que llamarle la atención por los malos modos que había mostrado con nosotros. Probablemente no esperaba encontrarse con un grupo tan numeroso. De hecho, la legislación de San Petersburgo no permite grupos superiores a 30 personas, por lo cual, a partir de mañana el grupo se partirá en dos y tendremos dos guías. En cualquier caso, a partir de la “llamada de atención” de Pedro, Larisa modificó su comportamiento, suavizándolo ligeramente.



En el hotel Crowne Plaza me dieron la habitación 730, confortable, pero peor que la de Moscú y con un baño donde no había repisas.

Mañana quedamos a las 08:50 para hacer un primer recorrido de San Petersburgo, ya con dos guías en dos grupos de 25.

11 de septiembre, domingo, San Petersburgo

Me conecto a la wifi del hotel y ya he intercambiado varios whatsapp con mis hijos Mariano y Marisa y mis amigas Celia y Soco.

El desayuno era francamente bueno, con un bufé muy similar al de Moscú. Salimos del hotel a las 09:30, ya con dos grupos formados, el de Larisa y el mío y de Pedro, que iba con la guía Olga, mucho más agradable, aunque ambas, pasados ya los 50, mostraban constantemente, sobre todo Larisa, “resabios soviéticos”. En mi opinión, tendrán que pasar dos generaciones para que la ciudadanía rusa se “occidentalice”.



El museo Ermitage


Visitamos en primer lugar el Ermitage. El museo se aloja en un complejo de cinco grandes edificios, construidos en diferentes periodos. El más importante es el Palacio de Invierno, obra maestra de Francesco Bartolomeo Rastrelli, que servía de residencia imperial. Además, encontramos el Teatro del Ermitage y también los edificios adyacentes que se iban levantando a medida que se ampliaban las colecciones de los monarcas rusos: El Pequeño Ermitage, el Grande (Viejo) Ermitage y el Nuevo Ermitage.



El Palacio de Invierno, construido por Rastrelli en 1756-62 para Isabel Petrovna, era la encarnación del poderío de la monarquía rusa. Las dimensiones, la fastuosidad exterior e interior del palacio, admiraban a los contemporáneos. Además de las “zonas de Estado” (salas de solemnidades), y de la zona habitable (aposentos privados), había en él dos iglesias, un teatro, un museo, jardines, telégrafo, farmacia con laboratorio, oficinas, numerosas despensas, bodegas, cocinas, caballerizas, picadero, cocheras, y habitaciones para la servidumbre. Solo el número de sirvientes que se alojaban en el palacio, llegaban a cuatro mil.



En las décadas de 1920 y 1930 se acometió una grandiosa reconstrucción del Palacio de Invierno: 1.150 salas del palacio fueron transformadas en salas de exposiciones para pinturas, esculturas y otras obras de arte.



Actualmente, entre los tesoros del Ermitage (quince mil cuadros, doce mil esculturas, seiscientas mil obras de arte gráfico y otras tantas piezas de arqueología) se encuentra una de las colecciones más importantes del mundo. Entre otros nombres, que pudimos admirar en nuestro recorrido, hay que señalar las pinturas de Leonardo da Vinci, Rafael, Velázquez, El Greco, Goya, MurilloRembrandt, Rubens, Tiziano, Van Dyck, Watteau, y entre las esculturas figuran los nombres de Miguel Ángel o Canova.



La planta alta del Ermitage pertenece a los impresionistas. Aquí se exhiben obras de Renoir, Monet, Cezanne, Van Gogh, Gaugan, Matisse y Picasso, entre otros, además de esculturas de Rodin.

Como se puede comprender, en solo unas tres horas, nos quedamos con las ganas de poder admirar con mayor detenimiento la pequeña parte de las obras maestras de las que pudimos disfrutar.

A continuación, creo recordar que cerca ya de las tres de la tarde,  fuimos a comer y a la salida del almuerzo hicimos una pequeña parada en un lugar histórico:

Crucero Aurora


El crucero (en algunos lugares figura como acorazado) Aurora, es el símbolo de la Revolución de Octubre de 1917. Construido en San Petersburgo a principios del siglo XX, tomó parte en la guerra ruso-japonesa de 1905. El 25 de octubre de 1917, el rechazo de una orden al Aurora de hacerse a la navegación, fue el punto de partida de la Revolución de Octubre. Un disparo de su cañón de popa fue la señal para el inicio del asalto al Palacio de Invierno. En 1957 se convirtió en buque museo. Tras la pequeña parada ante el Aurora para poder tomar alguna que otra fotografía, nos dirigimos al último punto del día que íbamos a visitar.



Fortaleza de San Pedro y San Pablo


En la orilla derecha del Neva, en una isleta de arena cubierta con baja vegetación, se fundó en 1703 una fortaleza que recibió el nombre de San Pedro. Más tarde, el nombre, se extendió a la ciudad que comenzaba a edificarse cerca de aquella fortificación, y así surgió San Petersburgo.


La fortaleza se construyó conforme a planos elaborados por ingenieros extranjeros con la participación de Pedro I. A partir de 1706, el arquitecto suizo Domenico Trezzini se puso al frente de las obras, erigiendo en el centro del alcázar la catedral cuya aguja se eleva a 122 metros de altura. Aquí, en la catedral, descansan los restos de la mayoría de emperadores y emperatrices rusos desde Pedro I el Grande hasta Nicolás II y su familia, quienes finalmente recibieron sepultura aquí en 1998 (los últimos fueron Alexis y Anastasia en 2007, completando de esta forma toda la familia imperial).


Tras la Revolución de Octubre la catedral fue cerrada en 1919, y convertida en museo, lo que sigue siendo hoy en día, aunque desde el año 2000 se celebran aquí servicios religiosos.


Particularmente emocionante fue el encontrarme ante la tumba de Nicolás II https://es.wikipedia.org/wiki/Nicol%C3%A1s_II_de_Rusia y toda su familia, asesinados en Ekaterinburgo el 17 de julio de 1918 durante la Revolución Rusa. He leído mucho acerca de los Románov y la historia de esta familia de leyenda, y no pude evitar el sentirme emocionado al encontrarme en el lugar donde, al fin, tras tantos años desaparecidos, descansan los restos de toda la familia. Allí figuran los nombres de todos, y uno a uno pude leerlos, entre ellos el de Anastasia, echando abajo la leyenda fraguada durante varias décadas por la más que probable impostora Ana Anderson.

12 de septiembre, lunes, San Petersburgo

Iniciamos nuestro programa de hoy a las 09:30 dirigiéndonos a las afueras de San Petersburgo, en concreto, a Pávlovsk a visitar el Palacio de Verano de Pablo I y sus jardines.

Pávlovsk


La historia de este complejo se remonta al año 1777, cuando Catalina II regaló una finca a su hijo y heredero del trono Pablo Petróvich y a la joven esposa de éste, María Fiódorovna. Su primer arquitecto fue Charles Cameron que comenzó la construcción del palacio en 1782, adaptando el modelo de villa italiana al frío clima norteño. El decorado interno fue confiado al italiano Vincenzo Brenna, para el cual la palabra clave era “suntuosidad”, y así, el confort y la intimidad de Cameron fueron sustituidos por un ampuloso estilo imperio, de modo que el espíritu de la Roma Imperial reinaba en todo el palacio. Pablo, al convertirse en emperador en 1796 hizo de Pávlovsk su residencia oficial.


Está rodeado por un parque natural de estilo inglés con numerosas pérgolas, palacetes, puentes, lagos y ríos.

Francamente interesante y muy didáctico el recorrido que efectuamos del palacio bajo las indicaciones de nuestra guía Olga.


Tras el almuerzo nos dirigimos a otro punto cercano, también en las afueras de San Petersburgo, en concreto, a Pushkin, donde se encuentra

Tsárkoie Sieló


Esta es una visita clave, al menos para mí, obsesionado con la famosa habitación de ámbar (que aquí se encuentra) y su historia.

En 1710 Pedro I regaló la alquería Saari, futuro Tsárkoie Sieló (Aldea Real), a su esposa Catalina. En la década de 1730, durante el reinado de Ana Ivanovna, aquí solía venir a menudo la hija de Pedro el Grande, Isabel, que se refugiaba en estos andurriales huyendo del control de los espías de Ana.


El verdadero auge de Tsárkoie Sieló, cuyo desarrollo arquitectónico es obra de Rastrelli, con un palacio que cuenta con 300 metros de fachada, se produjo durante el reinado de Isabel I.


Después de pasar por unas cuantas antecámaras con sus plafones pictóricos, sus ricos pisos de marquetería y sus tallas doradas, llegamos a la sala grande, principal tesoro arquitectónico del palacio. Entarimado de fascinante belleza, enormes ventanales, con espejos en los entrepaños, y tallas doradas por doquier, todo ello bajo el grandioso plafón de Giuseppe Valeriani. Por fin, maravilla entre maravillas, la sala de Ámbar, cuyos paneles, compuestos de trocitos de ámbar confieren insólita belleza a las paredes. Lamentablemente no estaba permitido el tomar fotografías en esta sala, así que me quedé con las ganas. A todos aquellos que estén interesados en saber más acerca de la historia de esta sala, elaborada a principios de 1700, y desaparecida durante la II Guerra Mundial, les indico el enlace a la wikipedia: https://es.wikipedia.org/wiki/C%C3%A1mara_de_%C3%81mbar


En 2003 la cámara fue reemplazada por una copia realizada con recursos de empresas alemanas y con artesanos y artistas rusos y alemanes. El presidente ruso Vladimir Putin y el canciller alemán Gerhard Schröder, la inauguraron durante los festejos del 300 aniversario de la ciudad de San Petersburgo.


Como curiosidad, en este palacio estuvo preso Nicolás II y su familia antes de ser finalmente asesinados en la casa Ipátiev en Ekaterinburgo en 1918.

Visitamos también los impresionantes jardines del complejo antes de finalizar nuestro periplo de la tarde de hoy. Llegamos al hotel a las 18:30, cenamos a las 19:30 y a las 20:30 salimos para hacer un

Paseo nocturno en barco por los canales y el río Neva



Realmente bonito e interesante este paseo de una hora aproximadamente que dimos en un barco recorriendo diferentes canales así como el majestuoso río Neva. Dejo alguna muestra fotográfica.


13 de septiembre, martes, San Petersburgo

En nuestro último día completo en Rusia íbamos a visitar tres atracciones: el Palacio de Peterhof en la mañana, y luego por la tarde la Catedral de San Isaac y la iglesia del Salvador sobre la Sangre Derramada.

Palacio de Peterhof


Salimos a las 09:00 con destino al palacio de Peterhof, a unos 60 Km de San Petersburgo. Se construyó en la época de Pedro el Grande como su primer palacio de verano. Es un conjunto arquitectónico formado por el Gran Palacio, cuya fachada principal da al Golfo de Finlandia, y sus dos jardines de fuentes, el inferior y el superior.

Armonioso y bello es el Palacio Grande, erigido, como ya hemos dicho, en la época de Pedro I, pero que cobró su magnífico porte actual como resultado de la remodelación de Rastrelli a mediados del siglo XVIII. El interior presenta una fastuosa fila de treinta salas profusamente ornadas con tallas doradas, molduras, cuadros, arañas, espejos en aposentos y espacios ceremoniales. Desgraciadamente no se permitía hacer fotos en el interior del palacio.


Particular encanto confieren a los jardines las fuentes, muy numerosas, y diversas, incluyendo chorros de agua, uno de los cuales me recordó al Jet d’eau de Ginebra, aunque en miniatura. La más grandiosa de todas, es la llamada Cascada Grande, orgullo de San Petersburgo, donde reina Sansón desgarrando las fauces del león.

Regresamos en barco rápido tipo hydrofoil y comimos cerca de las tres de la tarde.

Catedral de San Isaac


Tras el almuerzo visitamos esta preciosa catedral, una de las más grandes del mundo y la mayor de Rusia. Es obra del arquitecto e ingeniero francés Auguste de Montferrand, que comenzó a construirla en 1818 en el lugar en que había quedado inconclusa la catedral de Antonio Rinaldi. Montferrand aprovechó los cimientos y partes de las paredes de ese templo.

La catedral de San Isaac está asentada sobre una balsa de pilotes embreados de 6,5 metros de longitud, sobre los cuales se colocaron como cimientos planchas de granito. Cuenta con un total de 112 columnas. El ornato interior y exterior de la catedral maravillaba por su fastuosidad: solo un imperio tan poderoso y rico como Rusia podía permitirse el lujo de derrochar tanto mármol y valiosa piedra para decorar el templo, cuyas pinturas y mosaicos fueron ejecutados por los más notables maestros de la época.


Cuando finalizamos la visita, con el tiempo justo antes de que cerrara, nos dirigimos a la que iba a ser nuestra última cita en San Petersburgo y Rusia:

Iglesia del Salvador sobre la sangre derramada


El templo, con claras reminiscencias exteriores a la iglesia de San Basilio de Moscú, de estilo claramente ruso, fue edificado en 1883-1907, en el lugar donde fue derramada la sangre (de ahí el nombre del templo) del zar Alejandro II, mortalmente herido aquí el 1º de marzo de 1881. El proyecto del templo-monumento, cuyo nombre oficial era iglesia de la Resurrección de Cristo, es obra del arquitecto Alfred Parland, que lo realizó en estilo moscovita de los siglos XVI-XVII.


El Salvador sobre la sangre derramada, más que cualquier otro templo de Rusia, fue ricamente decorado con mosaicos, que ocupan una superficie de 7.000 metros cuadrados. La increíble riqueza de mosaicos y azulejos de la iglesia, la salvó de su destrucción durante el periodo soviético, ya que siempre que se inició una campaña para demoler el templo (algo que sí ocurrió, no lo olvidemos, con la iglesia de Cristo Salvador en Moscú), destacadas personalidades de la cultura salían en su defensa aduciendo que el templo era un valiosísimo “museo del mosaico ruso”.



Regresamos al hotel a las 18:00 y a las 19:30 salimos para una cena de gala, cuyo menú inserto en este relato, en el palacio Nicolaevsky. Pedro y yo compartimos mesa con mi amigo Antonio, su esposa Mari Carmen y un matrimonio amigo de ellos, Teresa e Ignacio. Cuando llegamos al hotel chispeaba.



14 de septiembre, miércoles

Hoy, finaliza nuestra estancia rusa. Salimos hacia el aeropuerto donde tomamos un avión con dirección a Moscú, y en la capital, enlazamos con un vuelo a Madrid, a donde llegamos a las 22:15 hora española. Fin del periplo.

Conclusión

En pocas palabras, si me pidieran un balance del viaje, diría, sin lugar a dudas, que el mismo fue positivo. Hubo, ciertamente, alguna deficiencia, pero en tono menor. Como me dijo mi amigo Pedro, si él tuviera que darle una nota a nuestro viaje entre el 0 y el 10, le daría un 8,5. Creo que eso lo dice todo.



¿Cómo finalizar este relato? Es difícil. Tal vez, resaltando las grandes diferencias existentes entre Moscú y San Petersburgo, ambas ciudades impresionantes, pero cada una con su sello. En Moscú, además de las atracciones históricas, resaltan las edificaciones de la época soviética, mientras que San Petersburgo es señorial, algo que se respira inmediatamente que se pasea por la majestuosa avenida Nevski, ornada de palacios, o se recorren en barco sus canales.

En pocas palabras, sin dudarlo un solo instante ha merecido la pena este fantástico viaje realizado con la Hermandad de Jubilados de los ministerios de Comercio, Economía y Hacienda.

Juan José Alonso Panero

Las Rozas de Madrid, 24 de septiembre de 2016