LA HOZ DEL RÍO DULCE Y SIGÜENZA
Una nueva excursión con la
Hermandad de Jubilados de los ministerios de Comercio, Economía y Hacienda,
esta vez a la Hoz del río Dulce y con posterioridad a Sigüenza.
En esta ocasión, al igual
que en la ruta de las caras de Buendía, nuevamente unieron sus fuerzas el grupo
de senderismo y el de viajes. Se trataba de conmemorar a nuestra manera el 4º
Centenario del fallecimiento de Cervantes y andar por unas tierras que en su
tiempo hollaron Don
Quijote y Sancho. La idea inicial era visitar Pelegrina
y desde allí recorrer una ruta senderista hasta La Cabrera. No obstante el
hombre propone y Dios dispone, y en este caso, el obstáculo se encontraba en la
imposibilidad material del autobús para adentrarse en la ruta que había que
seguir desde Pelegrina, de modo que se varió el itinerario sobre la marcha a
instancias de nuestro guía, Manuel, al que habíamos recogido en
Guadalajara y que ya nos había acompañado en la visita a los Pueblos Negros.
A la cabeza de los 49
excursionistas que componemos la expedición se encuentran los miembros del
grupo de viajes y de senderismo, Elena, Jorge y Pilar y Maribel. En esta ocasión no
puede acompañarnos Isabel Martínez, nuestra vocal de cultura que se encuentra algo
“pachucha”.
Las
fotos
Como siempre hago, indico
los datos técnicos de las fotografías que componen el reportaje. Todas ellas
fueron tomadas con una Leica M9-P y
un solo objetivo, Leica Elmarit 28mm
f/2,8.
Salimos
El autobús parte de
nuestra sede en la calle de Alberto Alcocer de Madrid con solo 10 minutos de
retraso, a las 09:10 horas. A las 10:35 nos encontramos en el área de servicio
del punto kilométrico 103 donde hacemos nuestra parada técnica hasta las 11:00,
y media hora más tarde nos encontrábamos en el que iba a ser nuestro punto de
partida para la ruta senderista que íbamos a seguir de 7,5 Km, llanos con un
pequeño repecho el último kilómetro.
Como ya he apuntado, se
cambió el recorrido, y el nuevo trayecto, siempre siguiendo a nuestra diestra
al maravilloso y cristalino río Dulce, afluente del Henares que a su vez
pertenece a la cuenca hidrográfica del Tajo, partió de Aragosa con punto final
establecido en La Cabrera. Dado el esfuerzo que había que realizar y teniendo
en cuenta los muchos años que acarreamos a nuestras espaldas los miembros de la
Hermandad, se dio opción a los que no desearan efectuar el camino a pie de
esperar en el interior del autobús. Tan solo hubo 6 deserciones.
La
ruta senderista
¿Qué puedo decir del
trayecto que efectuamos en un día climatológicamente espléndido con poco más de
20º de temperatura? Una auténtica maravilla, con el río Dulce a nuestra
diestra, con aguas cristalinas, como ya he dicho, y bordeado de chopos y
robles, mientras a nuestra izquierda contemplábamos las paredes rocosas de las
oquedades abiertas por la naturaleza en el recorrido del río Dulce. Hasta nos
fue dado vislumbrar el fabuloso planear de un majestuoso buitre leonado, lo que
nos trajo a la mente que en estos lugares, filmó muchos de sus documentales el
recordado Félix
Rodríguez de la Fuente.
Abría la marcha nuestro
guía Manuel,
chico joven y bien dispuesto que nos llevaba a un ritmo bastante ligero. Poco a
poco, las distancias que se fueron abriendo entre los diferentes excursionistas
se fue alargando y formando una especie de serpiente multicolor emulando al
Tour de Francia. Mi amigo Pedro y yo íbamos en el grupo de cabeza. Cerca
de la mitad de la ruta, Manuel decidió parar para reagrupar a los
viajeros que renqueaban. Un pequeño grupo de tres excursionistas, y Pedro
y yo, decidimos seguir el camino a un ritmo algo más pausado, pero siempre
preferible a parar y enfriar los músculos. Poco a poco y sin darnos cuenta,
quedamos a la cabeza, aunque ya cerca de la conclusión vimos aparecer a nuestro
guía acompañado de otros 3 ó 4 viajeros.
Justamente al final de
nuestro recorrido, en ligera pendiente como ya he apuntado, experimenté en mi
propio cuerpo lo que los ciclistas llaman “una pájara”, es decir, quedarse
materialmente pegados, de golpe, al asfalto, en mi caso al sendero de tierra,
sin fuerzas para seguir. Cuando ya veía el desenlace de la ruta, mis piernas
dijeron basta y me acordé de aquella famosa frase cinematográfica de “no siento
las piernas”. Me dije que no podía caer al suelo, y más con la cámara colgada
al cuello. En un esfuerzo supremo, y mientras veía a Pedro hacer estiramientos tras
culminar nuestra proeza, logré llegar hasta un banco y quedar materialmente
traspuesto. Había costado pero coronamos en cabeza. Miré el reloj, exactamente
las 13:25, es decir, habíamos tardado exactamente 2 horas en efectuar el
recorrido de casi 8 Km. Las fotos que acompañan el reportaje dan una idea del
maravilloso itinerario que seguimos.
Mientras descansábamos del
periplo, primero en el banco y luego en el autobús que nos esperaba en el punto
final de nuestra ruta, fuimos viendo llegar al resto de la expedición en un
interminable gota a gota, hasta los últimos, que lo hicieron claramente “fuera
de control” una hora después de nuestra arribada. Ya en el autobús nos
enteramos de la caída durante el trayecto de una de nuestras compañeras de
viaje, que mostraba grandes magulladuras, rasguños y moratones en la cara. Fue
nuestro particular tributo de sangre que afortunadamente quedó solo en un buen
susto. A las 14:30 reiniciamos la marcha hacia Sigüenza, a donde llegamos media
hora después para sentarnos a reponer fuerzas en el restaurante Calle Mayor.
La
comida
A fin de que mis lectores
puedan hacerse una idea de nuestra maravillosa comida, inserto en el reportaje
el menú que degustamos, todo él excelente en grado sumo. Baste decir, que yo,
que soy de buen comer, no pude terminar la maravillosa carrillera que se nos
ofreció.
Durante el transcurso de
la comida tuvimos el segundo susto de la jornada. Otra de nuestras compañeras
sufrió una aparatosa lipotimia. Varios de los miembros de la expedición, a la
cabeza de los cuales tengo que resaltar los buenos oficios de Pilar,
haciendo uso de sus conocimientos profesionales sanitarios, así como Elena,
ayudaron en el trance, que acabó con la llegada de la ambulancia que dictaminó
la levedad del percance, aunque todos nos llevamos un buen susto.
Sigüenza
Haciendo uso de la
Wikipedia, apunto algunos datos, sin querer ser exhaustivo, de esta bonita
ciudad.
Sigüenza, situada a una
altitud de 1004 metros sobre el nivel del mar, es un municipio perteneciente a
la provincia de Guadalajara, en la Comunidad Autónoma de Castilla-La Mancha. Es
la mayor localidad de la comarca de la Serranía cercana a la zona de entronque
de los sistemas montañosos Central e Ibérico, en la comarca natural del Alto
Henares. En 2014, el municipio contaba con una población total de 4712
habitantes.
Sigüenza es ciudad mitrada
desde el siglo XII, siendo Bernardo de Agén su primer obispo, monje
guerrero que, según tradición, arrebató la ciudad al musulmán en el día de San
Vicente Mártir del año 1124, fundando posteriormente la catedral-basílica, la
cual dedicó a la reliquia de Santa Librada que él trajo desde su tierra gala
natal. Hoy en día Sigüenza es la sede principal de la diócesis de
Sigüenza-Guadalajara.
La ciudad fue declarada
conjunto histórico artístico –antecedente de la figura de bien de interés
cultural- en 1965.
Entre sus importantes
monumentos son varios los que destacan. Hablaremos en primer lugar de aquellos
que nos fue imposible visitar, como es el caso de la catedral, cerrada por
obras, según se nos informó, y del famoso Doncel, ubicado en el interior de la
seo de la ciudad.
La catedral de Santa
María es de estilo inicial románico-renacentista con acabado gótico y
numerosos elementos renacentistas en su interior. Las dos grandes torres
macizas de la fachada le dan reminiscencias de fortaleza. Dentro de ella se
encuentra, entre otras artísticas dependencias, la capilla de los Arce con la
estatua yacente del Doncel de Sigüenza, y la sacristía mayor o de las cabezas.
El sepulcro del Doncel
es la tumba de Martín
Vázquez de Arce ubicada en la capilla de San Juan y Santa Catalina.
Se trata de una de las principales esculturas del gótico tardío español.
Fue encargada por su
hermano, Fernando Vázquez de Arce, obispo de Canarias y, aunque se desconoce
con exactitud el escultor, se le atribuye a Sebastián de Almonacid, que la
realizó entre 1486, año de la defunción del Doncel, y 1504, en el que sale
citado en el testamento de su padre como ya realizado en la capilla de la
catedral.
El sepulcro, colocado
sobre tres leones, está bajo una hornacina en arco de medio punto, con la
estatua del Doncel en alabastro. Lo que más resalta es que no es una figura
yacente, dormida, sino que se encuentra recostado, con una pierna sobre la otra
y apoya el brazo medio incorporado, en actitud de leer un libro que sostiene
abierto en sus manos. La iconografía habitual durante la Edad Media, reserva
los libros a personajes eclesiásticos, por lo que su uso en este caso puede
considerarse una innovación.
La
visita de Sigüenza
Tras la comida, pasadas ya
las 17:00 horas, iniciamos nuestra visita a Sigüenza. Lamentablemente, y como
ya queda dicho, no pudimos ver dos de los puntos principales de atracción de la
ciudad, su catedral y el famoso Doncel.
Visitamos pues en primer
lugar la iglesia de Santiago, que está previsto que se convierta en el
futuro Centro de Interpretación del Románico, tal como nos explicó nuestro guía Manuel, que nos llevó luego a la también románica iglesia de San Vicente.
Examinamos luego la Plaza
Mayor, de estilo renacentista, mandada construir por el Cardenal
Mendoza, donde se sitúa el Palacio Municipal.
Nos dirigimos a
continuación a la Casa del Doncel, denominación habitual del que fuera
palacio tardo gótico de los Marqueses de Bedmar, hoy perteneciente a la
Universidad de Alcalá de Henares, y que tal como nos informó Manuel,
comenzó a construirse en el siglo XIII, aunque de sus primitivos cimientos no
quedan apenas restos, pues se reconstruyó totalmente entre la segunda mitad del
siglo XV y principios del XVI.
La visita a Sigüenza la
finalizamos en su Castillo o Alcázar de los obispos seguntinos. El
castillo de los obispos de Sigüenza fue erigido en el primer cuarto del siglo
XII sobre otro anterior musulmán. Sufrió reformas en siglos posteriores, y fue
parcialmente destruido en el XIX, en el año 1811 y durante las guerras
carlistas, y en el siglo XX durante la guerra civil, lo que obligó a una
restauración casi total siguiendo los planos y documentos antiguos, para acabar
convirtiéndose en el Parador Nacional de Turismo. En este bonito lugar nos
hicimos la foto de grupo los expedicionarios.
Pese a los percances
habidos durante la excursión, creo sinceramente que el balance ha sido
altamente positivo. Hemos disfrutado de un precioso día, hemos hollado la
auténtica naturaleza y hemos visitado una más que bonita ciudad.
A las siete de la tarde
iniciamos nuestro camino de vuelta a Madrid, llegando a nuestra sede de Alberto
Alcocer poco antes de las nueve de la noche. Metro y Cercanías mediante, a las
diez de la noche estaba en casa.
Juan José Alonso Panero
Las Rozas de Madrid, 8 de
junio de 2016
Sois unos insensatos! A vuestras edades hacer ese senderismo "con tantos años a vuestras espaldas" es desafiar al destino. ¿Acaso os creeis que sois como Paulino?
ResponderEliminarAbsolutamente de acuerdo. Supongo serás Gonzalo. Hay que medir bien las fuerzas e ir bien equipado. El bastón, mejor telescópico, nunca puede faltar, y por supuesto unas buenas botas. Y agua, mucha agua, además de alguna barra energética, plátanos o frutos secos sin sal.
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ResponderEliminarHola Padre,
ResponderEliminarSabía lo de la ambulancia y las accidentadas, pero no que casi que te me quedas en el sitio.
A ver si tenemos cuidado con estas excursiones que no quiero sustitos, jajajaja.
Las fotos preciosas y menos mal que os hizo bueno, porque 8 km con mal tiempo hubierais palmado la mitad :)