MOSCÚ y SAN
PETERSBURGO
Rusia,
la gran Rusia, Tolstoi,
Guerra y Paz y Ana Karenina; Dostoyevski, Los hermanos Karamazov y Crimen y
Castigo; Tchaikovsky
y la Obertura Solemne 1812; los cuentos de Chejov; Iván Bunin y La aldea; Boris Pastrernak y el Doctor
Zhivago, Alexandr
Solzhenitsyn y el Archipiélago Gulag, todo eso, y mucho más me viene
como un torrente al pensamiento cuando evoco a Rusia. Como siempre que me veo
en el trance de comenzar un nuevo relato, no sé realmente cómo hacerlo. Para
mí, es el momento más difícil; luego, una vez que la historia va más o menos
encarrilada, la cosa se hace menos ardua, o al menos, a mí así me lo parece.
Comencemos pues.
Desde
siempre me había atraído la idea de conocer Rusia, de modo y manera que cuando
en la Hermandad de Jubilados de los ministerios de Comercio, Economía y
Hacienda decidimos, tras varios años de espera, el hacer realidad un viaje a
Moscú y San Petersburgo, no dudé un solo segundo en estar entre los
expedicionarios. Hablé con mi amigo Pedro, que también se apuntó, y el día 6 de
septiembre, martes, allí estábamos todos, en la terminal 1 del aeropuerto de
Barajas, en total hasta 49 viajeros, entre ellos, ¡sorpresa! se encontraba Elena,
nuestra tesorera y compañera del grupo de viajes. Digo sorpresa, no por su
presencia, que estaba más que prevista, sino porque se encuentra en una silla
para discapacitados físicos; en una caída se rompió el talón de Aquiles, tuvo
que ser operada y aún se encuentra convaleciente, pero con más valor que un
torero, ha decidido que ella no se pierde el viaje, no solo eso, sino que, con
grandes arrestos, es la jefa indiscutible del grupo y la que se pone al frente
de la “manada”.
Como
suelo hacer en estos relatos, escribo la historia cronológicamente, indicando
en la cabecera la fecha y el lugar.
También,
como es mi costumbre indico la ficha técnica de las fotos. Todas ellas fueron
tomadas con una Leica M9-P. Casi la
totalidad de las imágenes están captadas con un objetivo Leica Elmarit 28mm f/2,8, y solo unas pocas, en concreto las
nocturnas de San Petersburgo y una panorámica de la ciudad con un objetivo Leica Summicron 50mm f/2.
Despegamos
de Madrid en un Boeing 737-800 de Aeroflot con 15 minutos de retraso, en
concreto a las 12:15 y aterrizamos en Moscú a las 18:10 hora local (una hora
más que la España peninsular), tras un viaje sin sobresaltos de 5 horas de
duración. Nos esperaba el guía designado por nuestra agencia de viajes, Idea
Tours, Román,
un chico de unos 40 años, persona agradable, pero que tuvo un comienzo algo
desafortunado, al no saber, en mi opinión, dar forma al hecho de que se iba a
quedar con nuestros pasaportes hasta la salida para San Petersburgo, y además,
nos propuso un desplazamiento opcional, 35 euros, para esa misma noche tras la
cena, del cual no se hablaba para nada en el programa de viaje. Ambas
circunstancias las podía haber enfocado de forma diferente y no se hubieran
producido las diversas protestas que hubo, entre ellas las mías.
Afortunadamente, las aguas se calmaron, volvieron a su cauce y llegamos al
hotel Holiday Inn. Me dan la habitación 402, muy buena, espaciosa, y con un
baño fantástico. Cenamos a las 20:30. Lo hice en compañía de Pedro,
y de Juan
Antonio y Soco, que también formaban parte del grupo.
Recorrido
panorámico nocturno de Moscú
Tal
como he indicado, una vez finalizada la cena, a las 21:30, una gran mayoría de
los 49 expedicionarios que nos habíamos apuntado al tour opcional, salimos del
hotel para recorrer los diferentes lugares de la capital moscovita.
En
líneas generales la visita resultó interesante, algunos lugares más que otros,
pero todos merecían la pena. Si tengo que elegir dos momentos destacados, me
quedaría sin lugar a dudas con la espectacular belleza del Hotel Ucrania, así
como la singularidad espléndida de la ciudad financiera moscovita.
7 de septiembre,
miércoles. Moscú
Tras
haber desayunado en un excelente bufé, salimos sobre las 09:00 para hacer un
recorrido panorámico de Moscú.
Descendimos
del autobús en la Plaza Roja. En este punto tengo que hacer hincapié en la mala
suerte que tuvimos los expedicionarios, al coincidir nuestra visita a Moscú con
la celebración de unas fiestas locales, de modo que la famosa plaza estaba
vallada y con graderíos en su interior, que impedían disfrutar de la grandiosa
visión de conjunto de la plaza por todos vistas en los documentales al uso.
Tampoco se podía visitar el mausoleo de Lenin: una pena.
Recorrimos
la espléndida plaza de arriba abajo y nos las arreglamos como buenamente pudimos
para tomar las pertinentes fotos del lugar. La verdad sea dicha, que entre la
multitud de visitantes, donde destacaban la profusión de grupos chinos, y las
dificultades encontradas con vallas y graderías, la toma de fotos se hacía poco
menos que imposible. Disparé mi cámara como pude y cuando pude, pero no estoy
especialmente satisfecho de lo que pude plasmar. Como dice el refrán, el hombre
propone y Dios dispone.
La
iglesia de San Basilio
En
este primer recorrido solo vislumbramos el exterior de la espectacular iglesia.
El interior lo visitamos otro día, pero por motivos de uniformidad creo que
éste es el lugar adecuado para insertar también las fotos interiores del
templo.
Ante la catedral se
alza el monumento, solemnemente inaugurado en 1818, obra de Iván Martos,
que representa a los organizadores de las milicias populares de 1612 en la
lucha contra los invasores polacos” (folleto de la editorial León de Oro).
Iglesia
de Cristo Salvador
Desde
la Plaza Roja nos dirigimos a esta espléndida iglesia, con una historia más que
singular. La construcción del tempo original, enclavado en la cima de la colina
Chertolsk, duró unos 40 años, de 1839 a 1883, y estaba dedicado a “la eterna
memoria y al afán, fidelidad y amor sin par, a la patria”, que demostró el
pueblo ruso en su lucha contra las huestes de Napoleón Bonaparte. La
envergadura del templo, con 103 metros de altura y una capacidad para albergar
a unas 10.000 personas, lo convirtió por muchos años en la más grande
edificación de Moscú.
En
diciembre de 1931, el régimen soviético decidió su voladura, y no fue hasta
1996 que, como se suele decir, la iglesia de Cristo Salvador resurgió de sus
cenizas. Aunque parezca mentira, sobre todo tras visitar el interior de la
iglesia (donde estaba prohibida la toma de fotografías), el templo fue
reconstruido en el plazo de un año. Realmente espléndido.
Foto
del grupo
Antes
del almuerzo, y con la Universidad de Moscú como fondo, realizamos la foto que
inmortaliza la visita de la Hermandad a Rusia.
Almorzamos
Nuestro
primer almuerzo, que Pedro y yo realizamos junto a Pilar y su hermana, tuvo muy ligeras variaciones en nuestra estancia rusa,
consistió en una ensaladilla rusa de primero, una sopa de remolacha y un ragout
de carne, con brazo de gitano de postre. Hay que recalcar que la sopa, de una u
otra forma, siempre estuvo presente en todas nuestras colaciones, que casi de
forma invariable comenzaban con una ensalada y finalizaban con pollo empanado,
carne en sus diversas formas y alguna vez pescado. Tampoco se podía pedir más. Nos
dirigimos a continuación al Kremlin.
El
Kremlin, la iglesia de la Dormición y el Museo de la Armería
“El Kremlin -corazón del
estado ruso- es un conjunto arquitectónico de carácter único, dispuesto en un
territorio de 28 hectáreas en el centro de Moscú, cuya historia está
indisolublemente vinculada con la historia de la capital de Rusia. La fortaleza
recibió el nombre de Kremlin en el siglo XIV.
En la época de los
zares de la dinastía Románov, sufrió una notable reconstrucción: fue remodelado
el conjunto de los aposentos reales (1635-36), erigido el nuevo palacio del
Patriarca y nuevamente decorados los templos con pinturas murales. Aquí se
encontró el cuartel general de Napoleón Bonaparte en 1812.
Después de la
revolución de 1917, el Kremlin se convirtió en la sede del gobierno soviético,
efectuándose una importante restauración de los antiguos monumentos, pero
también sufrió irreparables pérdidas, tales como los monasterios del Milagro y
de la Ascensión, el templo del Salvador sobre el Pinar y otras edificaciones”.
Aquí
pudimos admirar la llamada Campana Zarina, con un peso de 200 Tm y una altura
superior a los 6 metros, fundida en la década de 1730 y que jamás llegó a
sonar. También vimos el impresionante Cañón Zar, fundido en cobre en 1586, la
más grande bombarda medieval del mundo con una longitud superior a los 5
metros y un calibre de 890 mm. Al parecer, tampoco llegó nunca a disparar.
La
iglesia de la Dormición
Este
bello edificio de cinco cúpulas está emplazado en el punto más elevado de la
colina del Pinar, y a lo largo de varios siglos fue el templo principal de
Rusia. Aquí fueron coronados todos los zares de Rusia, incluyendo al último, Nicolás II,
en 1896. Durante siglos, la catedral estuvo ligada a los acontecimientos más
importantes de la vida del país. Aquí, no solo se coronaban los monarcas rusos,
sino que también se elegían a los jefes de la Iglesia Rusa, se rezaba un tedeum
antes de salir en campaña militar o con motivos de victorias del ejército ruso;
también se promulgaban actas estatales y se realizaban los funerales de los
metropolitanos y patriarcas.
Museo
de la Armería
Por
último, visitamos en el día de hoy el llamado Museo de la Armería, uno de los
más conocidos del mundo, que atesora símbolos únicos del estado ruso. La
colección del museo cuenta con cerca de cuatro mil objetos de exposición de
exclusivo valor. Se trata de antiguas obras de arte, joyas, regalos de
estado hechos a los zares rusos, trajes de gala, armas, arneses, carrozas y tronos. En dos salas de la planta
baja está dispuesta la exposición “Fondo de diamantes” del Ministerio de
Finanzas de la Federación de Rusia, donde se exhiben las famosas coronas
reales, condecoraciones, adornos de joyería, raras piedras preciosas, pepitas
de oro y un largo etcétera.
El
gran Palacio del Kremlin
Aunque
no es visitable en su interior, ya que es la sede del gobierno ruso, hay que
hacer mención de este palacio, solemnemente inaugurado el 22 de agosto de 1851
en honor del 25 aniversario de la coronación de Nicolás I. El majestuoso
edificio se inscribió orgánicamente en el viejo conjunto del Kremlin. Su cuerpo
central, rematado por una torre con mástil para la bandera, da al río
Moscova.
8 de septiembre,
jueves, Moscú
Serguei
Posad
Salimos
del hotel a las 08:30 para recorrer unos 60 Km hasta Serguei Posad, donde se
encuentra el complejo del monasterio de la Trinidad y de San Sergio,
centro espiritual de la religión ortodoxa; como nos señaló nuestro guía Román,
metafóricamente hablando estábamos en el Vaticano ortodoxo.
Este
monasterio, el más grande de Rusia, del cual es el Patriarca de Moscú y de toda
Rusia, fue fundado en la década de 1330 por el reverendísimo Sergio de
Radonezh. Actualmente, en el territorio del monasterio (cerca de 14
hectáreas), se concentran más de 50 edificios e instalaciones, desde monumentos
de estilo moscovita temprano hasta obras maestras del barroco isabelino. El
templo principal del monasterio, la catedral de la Trinidad, fue erigido en
1422-23, y se convirtió en el sepulcro de San Sergio de Radonezh. El templo es célebre
por su iconostasio, en el cual se conservan cerca de 40 iconos ejecutados por Andrei Rubliov,
Daniel el
Negro y pintores de su círculo en la década de 1420.
Lamentablemente, no se podían hacer fotografías en los interiores de los
templos.
Tras
las visitas de las iglesias tuvimos tiempo libre desde las 11:30 hasta las
12:15 en que nos reunimos todos bajo una más que ligera lluvia para dirigirnos
a comer, ensalada, sopa muy rica, parecía champiñones y espárragos, y pechuga
de pollo empanado con puré de patatas y té. Pedro y yo compartimos mesa con Ángeles
y Emilia,
gallegas de Vigo.
Sobre
las tres de la tarde partimos hacia Moscú, a donde llegamos a las 15:45.
Visitábamos la famosa calle peatonal Arbat, cuando casi nos coge una
tormenta. Pedro
y yo nos pudimos refugiar en un café, y a las 16:30, después de haber dado un
ligero paseo por la calle Arbat ya sin lluvia, estábamos en el punto de reunión
del grupo para ir a ver el interior de San Basilio, cuyo relato y
fotografías están insertos en lo escrito en el día de ayer. Acabamos la visita
a las 17:45, y me fui paseando con Pedro hasta las Galerías Gum. Allí nos
reunimos con Soco
y Juan
Antonio, Mª Teresa y Carmen, y todos juntos
regresamos al punto de encuentro para coger el autobús hacia el hotel a las
18:30.
9 de septiembre,
viernes, Moscú
El
día de hoy lo califico como demencial. Me explico. Nos levantamos a las 6 de la
mañana para desayunar a las 07:00 cuando se abría el bufé del hotel. Hoy
hicimos un total de 500 Km en el autobús (250 de ida y otros tanto de vuelta),
pero el tiempo que nos llevó el recorrer esa distancia, no fue, como se podría
pensar, el que nos hubiera llevado en España u otro país de la Europa
Occidental. La infraestructura viaria que recorrimos era francamente
deplorable, con solo unos pocos kilómetros de autovía, de modo que
“disfrutamos” de asiento en el autobús por un total de 9 horas, repartidas en 4
½ de ida y otros tanto de vuelta.
La
pregunta que mi benévolo lector se estará haciendo es la misma que nos hicimos
todos los expedicionarios de esta historia: ¿Merecían la pena tantas horas de
viaje para ver el lugar al que nos dirigimos? La respuesta es difícil, pero
dado que al final todo se dio bien, incluyendo las visitas que efectuamos a las
distintas atracciones incluidas en el programa, podemos decir que el balance
final fue, duro, pero positivo. Como dice el refrán, bien está lo que bien
acaba.
Excursión
al Anillo de Oro: Vladimir y Souzdal
Vladimir
Souzdal
Esta
bella ciudad está considerada como museo histórico-artístico. Aquí admiramos
las cinco cúpulas azules de la catedral de la Natividad y las numerosas cúpulas
de sus iglesias y campanarios que hacen de esta ciudad un lugar poético e
inconfundible.
También
disfrutamos de un “concierto de campanas” realmente original, y, luego, en el
interior del templo, tres sacerdotes ortodoxos interpretaron unos cantos que se
asemejaban al gregoriano nuestro. Realmente bonito e interesante.
Museo
Etnográfico
Acabamos
nuestra visita paseando por el museo etnográfico, con típicas construcciones
rusas en madera que nos dieron una visión aproximada de la vida del
campesinado.
Nuestra
jornada finalizó a las 17:30 y cogimos el autobús de vuelta a las 18:10.
Llegamos al hotel a las 22:25. Fuimos directamente desde el autobús al comedor
al fin de poder llevar a cabo nuestra cena.
10 de septiembre,
sábado, Moscú y San Petersburgo
Desayunamos
a las 09:00 y salimos del hotel, ya con las maletas, a las 10:30. Nos dirigimos
a visitar el famoso Metro de Moscú
El
Metro de Moscú
El
Metro de Moscú se encuentra entre los más grandes del mundo: más de 180
estaciones con una extensión total en la red de más de 300 Km. 44 de las
estaciones del Metro moscovita están incluidas en el patrimonio cultural ruso.
Aunque
ya bajo el gobierno de los zares hubo un par de intentos de poner en marcha un
proyecto que desarrollara el Metro de Moscú, no fue hasta 1931, ya bajo el
gobierno soviético, que se inició la construcción, y en 1935 ya funcionaba una
línea, la Park Kulturi-Sokólniki con 12 estaciones. En la creación del Metro,
los ingenieros, arquitectos y decoradores rusos supieron resolver
brillantemente la conjunción del aspecto funcional y el artístico, lo que ha
convertido al Metro de Moscú, ya desde sus inicios, en el más bello y
espectacular del mundo. En la década de los años 50 del pasado siglo, el Metro
fue utilizado propagandísticamente por el régimen soviético, y sus vestíbulos y
subterráneos se convirtieron en salas ricamente ornamentadas con profusión de
esculturas y adornos de mosaicos y bronce.
Nuestra
visita al Metro durante cerca de una hora y el recorrido de varias líneas en 5
ó 6 paradas, estuvo francamente bien organizado por Román, y nunca ninguno de los
49 expedicionarios corrió el menor riesgo de pérdida, pese a la gran profusión
de usuarios que lo utilizaban. Un gran mérito por parte de Román.
A
mí particularmente el Metro moscovita me pareció espectacular, algo
incomparable. Como curiosidad, las escaleras mecánicas funcionan a bastante más
velocidad que en España u otros países occidentales, y los trenes entran en las
estaciones con bastante más aceleración que en España.
Viaje en
tren hasta San Petersburgo
Cuando
salimos del Metro efectuamos nuestro almuerzo, tal vez el más flojo hasta la
fecha, una ensalada insípida, una sopa que no sabía a nada, y algo de carne y
de postre una minicuajada. Nos dirigimos a la estación y cogimos el tren para
San Petersburgo a las 15:40. Nos acompañó en el viaje Román. Durante el trayecto, el
tren solo alcanzó la velocidad de 250 Km/h en un solo momento. Regularmente se
desplazaba entre 180 y 220 Km/h, y pocas veces llevaba una velocidad constante.
Tenía una cierta similitud con el AVE, pero sin las prestaciones más brillantes
de éste. En cuanto al lugar para colocar las maletas, aquí los problemas fueron
los mismos que en el AVE, falta de espacio y mala organización.
San Petersburgo
San
Petersburgo, es la segunda ciudad más poblada de Rusia con algo más de cinco
millones de habitantes. Está situada en la región de Leningrado, nombre que
compartía con la ciudad en la época soviética (1924-1991). Los otros nombres de
la ciudad fueron Petrogrado, desde 1914 hasta 1924, y Leningrado desde 1924,
tras la muerte de Lenin, hasta 1991. Fue fundada por el Zar Pedro el Grande
en 1703. A partir de entonces se convirtió en la capital del imperio ruso
durante más de doscientos años. Con el estallido de la revolución rusa la
ciudad devino en el centro de la rebelión. En marzo de 1918 la capital fue
trasladada a Moscú. Durante la II Guerra Mundial tuvo lugar el sitio de
Leningrado durante 29 meses, en los cuales el ejército alemán bombardeó la
ciudad y así mismo la bloquearon para que no pudiera abastecerse. Aún así, los
nazis nunca consiguieron romper el cerco.
Llegamos
a San Petersburgo a las 19:30 con lluvia moderada, pero muy molesta para unos
pasajeros que tenían que arrastrar maletas bajo las inclemencias del tiempo,
siguiendo a una guía que había sustituido a Román, y que nos dirigió tras un
trayecto de unos 200 metros hacia el autobús. Aquí tengo que resaltar algo
importante. Fue demencial el que nos hicieran subir las maletas al autobús
cuando el hotel estaba a 100 metros cruzando un semáforo. Román, que como ya he dicho
había viajado con nosotros, traspasó “oficialmente” los poderes a Larisa,
la nueva guía, auténticamente soviética, a la que Pedro, pese a su habitual
tranquilidad, ya en el hotel, no vio más salida que llamarle la atención por
los malos modos que había mostrado con nosotros. Probablemente no esperaba
encontrarse con un grupo tan numeroso. De hecho, la legislación de San
Petersburgo no permite grupos superiores a 30 personas, por lo cual, a partir
de mañana el grupo se partirá en dos y tendremos dos guías. En cualquier caso,
a partir de la “llamada de atención” de Pedro, Larisa modificó su comportamiento,
suavizándolo ligeramente.
En
el hotel Crowne Plaza me dieron la habitación 730, confortable, pero peor que
la de Moscú y con un baño donde no había repisas.
Mañana
quedamos a las 08:50 para hacer un primer recorrido de San Petersburgo, ya con
dos guías en dos grupos de 25.
11 de septiembre,
domingo, San Petersburgo
Me
conecto a la wifi del hotel y ya he intercambiado varios whatsapp con mis hijos
Mariano
y Marisa
y mis amigas Celia
y Soco.
El
desayuno era francamente bueno, con un bufé muy similar al de Moscú. Salimos
del hotel a las 09:30, ya con dos grupos formados, el de Larisa y el mío y de Pedro,
que iba con la guía Olga, mucho más agradable, aunque ambas,
pasados ya los 50, mostraban constantemente, sobre todo Larisa, “resabios soviéticos”.
En mi opinión, tendrán que pasar dos generaciones para que la ciudadanía rusa
se “occidentalice”.
El
museo Ermitage
Visitamos
en primer lugar el Ermitage. El museo se aloja en un complejo de cinco grandes
edificios, construidos en diferentes periodos. El más importante es el Palacio
de Invierno, obra maestra de Francesco Bartolomeo Rastrelli, que servía de
residencia imperial. Además, encontramos el Teatro del Ermitage y también los
edificios adyacentes que se iban levantando a medida que se ampliaban las
colecciones de los monarcas rusos: El Pequeño Ermitage, el Grande (Viejo)
Ermitage y el Nuevo Ermitage.
Como
se puede comprender, en solo unas tres horas, nos quedamos con las ganas de
poder admirar con mayor detenimiento la pequeña parte de las obras maestras de
las que pudimos disfrutar.
A
continuación, creo recordar que cerca ya de las tres de la tarde, fuimos a comer y a la salida del almuerzo hicimos
una pequeña parada en un lugar histórico:
Crucero
Aurora
El
crucero (en algunos lugares figura como acorazado) Aurora, es el símbolo de la
Revolución de Octubre de 1917. Construido en San Petersburgo a principios del
siglo XX, tomó parte en la guerra ruso-japonesa de 1905. El 25 de octubre de
1917, el rechazo de una orden al Aurora de hacerse a la navegación, fue el
punto de partida de la Revolución de Octubre. Un disparo de su cañón de popa
fue la señal para el inicio del asalto al Palacio de Invierno. En 1957 se
convirtió en buque museo. Tras la pequeña parada ante el Aurora para poder
tomar alguna que otra fotografía, nos dirigimos al último punto del día que
íbamos a visitar.
Fortaleza
de San Pedro y San Pablo
En
la orilla derecha del Neva, en una isleta de arena cubierta con baja
vegetación, se fundó en 1703 una fortaleza que recibió el nombre de San Pedro.
Más tarde, el nombre, se extendió a la ciudad que comenzaba a edificarse cerca
de aquella fortificación, y así surgió San Petersburgo.
La
fortaleza se construyó conforme a planos elaborados por ingenieros extranjeros
con la participación de Pedro I. A partir de 1706, el arquitecto suizo
Domenico
Trezzini se puso al frente de las obras, erigiendo en el centro del
alcázar la catedral cuya aguja se eleva a 122 metros de altura. Aquí, en la
catedral, descansan los restos de la mayoría de emperadores y emperatrices
rusos desde Pedro
I el Grande hasta Nicolás II y su familia, quienes finalmente
recibieron sepultura aquí en 1998 (los últimos fueron Alexis y Anastasia en 2007, completando
de esta forma toda la familia imperial).
Tras
la Revolución de Octubre la catedral fue cerrada en 1919, y convertida en
museo, lo que sigue siendo hoy en día, aunque desde el año 2000 se celebran
aquí servicios religiosos.
Particularmente
emocionante fue el encontrarme ante la tumba de Nicolás II https://es.wikipedia.org/wiki/Nicol%C3%A1s_II_de_Rusia y toda su familia, asesinados en
Ekaterinburgo el 17 de julio de 1918 durante la Revolución Rusa. He leído mucho
acerca de los Románov y la historia de esta familia de leyenda, y no pude
evitar el sentirme emocionado al encontrarme en el lugar donde, al fin, tras
tantos años desaparecidos, descansan los restos de toda la familia. Allí
figuran los nombres de todos, y uno a uno pude leerlos, entre ellos el de Anastasia,
echando abajo la leyenda fraguada durante varias décadas por la más que probable impostora Ana Anderson.
12 de septiembre,
lunes, San Petersburgo
Iniciamos
nuestro programa de hoy a las 09:30 dirigiéndonos a las afueras de San
Petersburgo, en concreto, a Pávlovsk a visitar el Palacio de Verano de Pablo I
y sus jardines.
Pávlovsk
La
historia de este complejo se remonta al año 1777, cuando Catalina II regaló una finca a
su hijo y heredero del trono Pablo Petróvich y a la joven esposa de éste, María
Fiódorovna. Su primer arquitecto fue Charles Cameron que comenzó la
construcción del palacio en 1782, adaptando el modelo de villa italiana al frío
clima norteño. El decorado interno fue confiado al italiano Vincenzo Brenna,
para el cual la palabra clave era “suntuosidad”, y así, el confort y la
intimidad de Cameron
fueron sustituidos por un ampuloso estilo imperio, de modo que el espíritu de
la Roma Imperial reinaba en todo el palacio. Pablo, al convertirse en
emperador en 1796 hizo de Pávlovsk su residencia oficial.
Está
rodeado por un parque natural de estilo inglés con numerosas pérgolas,
palacetes, puentes, lagos y ríos.
Francamente
interesante y muy didáctico el recorrido que efectuamos del palacio bajo las
indicaciones de nuestra guía Olga.
Tras
el almuerzo nos dirigimos a otro punto cercano, también en las afueras de San
Petersburgo, en concreto, a Pushkin, donde se encuentra
Tsárkoie
Sieló
Esta
es una visita clave, al menos para mí, obsesionado con la famosa habitación de
ámbar (que aquí se encuentra) y su historia.
En
1710 Pedro I
regaló la alquería Saari, futuro Tsárkoie Sieló (Aldea Real), a su esposa Catalina.
En la década de 1730, durante el reinado de Ana Ivanovna, aquí solía venir a
menudo la hija de Pedro el Grande, Isabel, que se refugiaba en
estos andurriales huyendo del control de los espías de Ana.
El
verdadero auge de Tsárkoie Sieló, cuyo desarrollo arquitectónico es obra de Rastrelli,
con un palacio que cuenta con 300 metros de fachada, se produjo durante el
reinado de Isabel
I.
Después
de pasar por unas cuantas antecámaras con sus plafones pictóricos, sus ricos
pisos de marquetería y sus tallas doradas, llegamos a la sala grande, principal
tesoro arquitectónico del palacio. Entarimado de fascinante belleza, enormes
ventanales, con espejos en los entrepaños, y tallas doradas por doquier, todo
ello bajo el grandioso plafón de Giuseppe Valeriani. Por fin, maravilla entre
maravillas, la sala de Ámbar, cuyos paneles, compuestos de trocitos de ámbar
confieren insólita belleza a las paredes. Lamentablemente no estaba permitido
el tomar fotografías en esta sala, así que me quedé con las ganas. A todos
aquellos que estén interesados en saber más acerca de la historia de esta sala,
elaborada a principios de 1700, y desaparecida durante la II Guerra Mundial,
les indico el enlace a la wikipedia: https://es.wikipedia.org/wiki/C%C3%A1mara_de_%C3%81mbar
En
2003 la cámara fue reemplazada por una copia realizada con recursos de empresas
alemanas y con artesanos y artistas rusos y alemanes. El presidente ruso Vladimir Putin
y el canciller alemán Gerhard Schröder, la inauguraron durante los
festejos del 300 aniversario de la ciudad de San Petersburgo.
Como
curiosidad, en este palacio estuvo preso Nicolás II y su familia antes de ser
finalmente asesinados en la casa Ipátiev en Ekaterinburgo en 1918.
Visitamos
también los impresionantes jardines del complejo antes de finalizar nuestro
periplo de la tarde de hoy. Llegamos al hotel a las 18:30, cenamos a las 19:30
y a las 20:30 salimos para hacer un
Paseo
nocturno en barco por los canales y el río Neva
13 de septiembre,
martes, San Petersburgo
En
nuestro último día completo en Rusia íbamos a visitar tres atracciones: el
Palacio de Peterhof en la mañana, y luego por la tarde la Catedral de San Isaac
y la iglesia del Salvador sobre la Sangre Derramada.
Palacio
de Peterhof
Salimos
a las 09:00 con destino al palacio de Peterhof, a unos 60 Km de San
Petersburgo. Se construyó en la época de Pedro el Grande como su primer palacio de
verano. Es un conjunto arquitectónico formado por el Gran Palacio, cuya fachada
principal da al Golfo de Finlandia, y sus dos jardines de fuentes, el inferior
y el superior.
Armonioso
y bello es el Palacio Grande, erigido, como ya hemos dicho, en la época de Pedro I,
pero que cobró su magnífico porte actual como resultado de la remodelación de Rastrelli
a mediados del siglo XVIII. El interior presenta una fastuosa fila de treinta
salas profusamente ornadas con tallas doradas, molduras, cuadros, arañas,
espejos en aposentos y espacios ceremoniales. Desgraciadamente no se permitía
hacer fotos en el interior del palacio.
Particular
encanto confieren a los jardines las fuentes, muy numerosas, y diversas,
incluyendo chorros de agua, uno de los cuales me recordó al Jet d’eau de
Ginebra, aunque en miniatura. La más grandiosa de todas, es la llamada Cascada
Grande, orgullo de San Petersburgo, donde reina Sansón desgarrando las fauces
del león.
Regresamos
en barco rápido tipo hydrofoil y comimos cerca de las tres de la tarde.
Catedral
de San Isaac
Tras
el almuerzo visitamos esta preciosa catedral, una de las más grandes del mundo
y la mayor de Rusia. Es obra del arquitecto e ingeniero francés Auguste de
Montferrand, que comenzó a construirla en 1818 en el lugar en que
había quedado inconclusa la catedral de Antonio Rinaldi. Montferrand aprovechó los
cimientos y partes de las paredes de ese templo.
La
catedral de San Isaac está asentada sobre una balsa de pilotes embreados de 6,5
metros de longitud, sobre los cuales se colocaron como cimientos planchas de
granito. Cuenta con un total de 112 columnas. El ornato interior y exterior de
la catedral maravillaba por su fastuosidad: solo un imperio tan poderoso y rico
como Rusia podía permitirse el lujo de derrochar tanto mármol y valiosa piedra
para decorar el templo, cuyas pinturas y mosaicos fueron ejecutados por los más
notables maestros de la época.
Cuando
finalizamos la visita, con el tiempo justo antes de que cerrara, nos dirigimos
a la que iba a ser nuestra última cita en San Petersburgo y Rusia:
Iglesia
del Salvador sobre la sangre derramada
El
templo, con claras reminiscencias exteriores a la iglesia de San Basilio de
Moscú, de estilo claramente ruso, fue edificado en 1883-1907, en el lugar donde
fue derramada la sangre (de ahí el nombre del templo) del zar Alejandro II,
mortalmente herido aquí el 1º de marzo de 1881. El proyecto del
templo-monumento, cuyo nombre oficial era iglesia de la Resurrección de Cristo,
es obra del arquitecto Alfred Parland, que lo realizó en estilo
moscovita de los siglos XVI-XVII.
El
Salvador sobre la sangre derramada, más que cualquier otro templo de Rusia, fue
ricamente decorado con mosaicos, que ocupan una superficie de 7.000 metros
cuadrados. La increíble riqueza de mosaicos y azulejos de la iglesia, la salvó
de su destrucción durante el periodo soviético, ya que siempre que se inició
una campaña para demoler el templo (algo que sí ocurrió, no lo olvidemos, con
la iglesia de Cristo Salvador en Moscú), destacadas personalidades de la
cultura salían en su defensa aduciendo que el templo era un valiosísimo “museo
del mosaico ruso”.
Regresamos al hotel a las 18:00 y a las 19:30 salimos para una cena de gala, cuyo menú inserto en este relato, en el palacio Nicolaevsky. Pedro y yo compartimos mesa con mi amigo Antonio, su esposa Mari Carmen y un matrimonio amigo de ellos, Teresa e Ignacio. Cuando llegamos al hotel chispeaba.
Regresamos al hotel a las 18:00 y a las 19:30 salimos para una cena de gala, cuyo menú inserto en este relato, en el palacio Nicolaevsky. Pedro y yo compartimos mesa con mi amigo Antonio, su esposa Mari Carmen y un matrimonio amigo de ellos, Teresa e Ignacio. Cuando llegamos al hotel chispeaba.
14 de septiembre,
miércoles
Hoy,
finaliza nuestra estancia rusa. Salimos hacia el aeropuerto donde tomamos un
avión con dirección a Moscú, y en la capital, enlazamos con un vuelo a Madrid,
a donde llegamos a las 22:15 hora española. Fin del periplo.
Conclusión
En
pocas palabras, si me pidieran un balance del viaje, diría, sin lugar a dudas,
que el mismo fue positivo. Hubo, ciertamente, alguna deficiencia, pero en tono
menor. Como me dijo mi amigo Pedro, si él tuviera que darle una nota a
nuestro viaje entre el 0 y el 10, le daría un 8,5. Creo que eso lo dice todo.
¿Cómo
finalizar este relato? Es difícil. Tal vez, resaltando las grandes diferencias
existentes entre Moscú y San Petersburgo, ambas ciudades impresionantes, pero
cada una con su sello. En Moscú, además de las atracciones históricas, resaltan
las edificaciones de la época soviética, mientras que San Petersburgo es
señorial, algo que se respira inmediatamente que se pasea por la majestuosa
avenida Nevski, ornada de palacios, o se recorren en barco sus canales.
En
pocas palabras, sin dudarlo un solo instante ha merecido la pena este
fantástico viaje realizado con la Hermandad de Jubilados de los ministerios de
Comercio, Economía y Hacienda.
Juan José
Alonso Panero
Las
Rozas de Madrid, 24 de septiembre de 2016
¡Qué bien vives Juan! Por cierto, el "turismo de piedras" en Rusia es fabuloso.
ResponderEliminarNo vivo mal, no me quejo, pero no sé quién eres. En cualquier caso, gracias por entrar en mi Blog y por tus palabras.
EliminarEste comentario ha sido eliminado por el autor.
EliminarBuen relato, hermano, y mejores fotos. Solo me quedo con la intriga de cómo acabó el viaje Elena. Me parece asombroso, hay que tener más que voluntad.
ResponderEliminarFantástico relato, para mí el mejor del año. Excelente redacción con los precisos apuntes históricos y mucho arte y técnica en las fotos. Enhorabuena, Paulino Alonso Coboos
ResponderEliminarExcelente entrada, como todas a las que nos tienes acostumbrados. El perfecto encuadre y técnica de las fotografías se ven esta vez acompañados de un colorido que las hace todavía más bonitas. Si a eso le sumamos un texto muy bien redactado que aúna Historia, descripción de las zonas visitadas y apuntes personales, hace de esta entrada una perfecta guía para futuros viajeros. Enhorabuena. Un fuerte abrazo.
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