REGALO DE CUMPLEAÑOS
El mudéjar castellano
leonés
Siempre me resulta difícil
comenzar un relato; no es la primera vez que escribo unas líneas similares, y
en esta ocasión no iba a ser diferente, aunque sí debo decir que el motivo sí
que es completamente distinto a todos mis viajes anteriores.
El 16 de julio, “como
siempre”, cumplí años, y en esta ocasión, mis amigas Celia y Soco me sorprendieron (siempre
lo hacen) con un regalo diferente. Junto a una preciosa cartulina gigante del
Real Madrid y unas letras manuscritas, venía el obsequio propiamente dicho, la
reseña de un viaje guiado denominado “Ruta del Mudéjar Castellanoleonés”, que
tendría lugar el sábado 16 de noviembre y que organizaba ARTEGUIAS
Transcurrieron los días,
las semanas y hasta los meses, y por fin llegó el gran día.
Las fotografías
Para los curiosos, todas
las fotos que adornan esta historia, están tomadas con una Leica M9-P y dos objetivos, Summicron
50mm f/2.0 y Super Elmar 21mm f/3.4.
Sábado,
16 de noviembre de 2013, Plaza de Cristo Rey
La del alba sería… y no
exagero nada, cuando salté de la cama, ya que la hora prevista de partida era
las 08:30 en la plaza de Cristo Rey. Tenía que coger un autobús desde casa, en
Las Rozas, hasta Moncloa, y desde allí, un paseo andando de unos diez minutos,
que por cierto, hice entre basuras… ya que la huelga de limpieza de la capital
de España aún no se había resuelto en aquellas fechas.
En el lugar previsto, con
el autobús ya esperándonos, fuimos llegando los excursionistas. Como neófito en
estas lides, saludé en primer lugar a José Manuel, encargado de la organización del
viaje, y poco después a David de la
Garma , que iba a ser nuestro “profesor”, experto
en la materia que íbamos a “degustar” y autor de varios libros sobre el arte
románico en Castilla y León, así como a Esther. Los tres sabían que mi incorporación
al grupo era consecuencia del regalo que me habían hecho dos amigas.
El autobús se fue
llenando, yo ocupaba la plaza 9, y solo quedaba libre el asiento de mi diestra,
de los 60 que disponía el coche. Allí se sentó Paloma, que al igual que yo,
viajaba “sola”, aunque ella ya había disfrutado de la hospitalidad de ARTEGUIAS en otras dos ocasiones.
Hicimos buenas migas, y nos acompañamos mutuamente durante todo el viaje, que
se inició exactamente a las 08:36, momento en que el autobús enfiló la autovía
A-6, de La Coruña.
Parada
técnica y ¡¡¡Nieve!!!
El día apuntaba a frío.
Cubierto y con nubes, pero no se barruntaba lluvia. Después de unos 60 kilómetros de
recorrido, entramos en el túnel de Guadarrama. Cuando salimos de él, ¡sorpresa!
El paisaje que vislumbramos era blanco como la nieve, y efectivamente, eso era
lo que nos deslumbraba, nieve, los primeros copos blancos caídos en la
comunidad de Madrid. La fotografía que incluyo, tomada en la cafetería de la
autopista donde nos detuvimos para disfrutar de un segundo desayuno, da
testimonio gráfico de mis palabras. Eran las 09:40 horas.
Hasta alcanzar nuestro
primer objetivo del viaje, el castillo de Coca, David nos dio una lección práctica
y a la vez muy amena, acerca del arte mudéjar.
Pequeña
introducción al Mudéjar
Además de las elocuentes
palabras de David
de la Garma
mientras rodaba el autobús camino de nuestro destino, ARTEGUIAS nos proporcionó
a cada uno de los excursionistas, un librillo con la información adecuada
acerca del viaje que íbamos a realizar. De este librillo, entresaco la
siguiente información:
Uno de los acontecimientos, posiblemente el de mayor
trascendencia, en la historia del arte español, es la aparición del estilo
llamado “MUDEJAR” como mixtificación de las corrientes artísticas cristianas
(románicas, góticas y renacentistas) y musulmanas de la época.
El origen histórico-social del mudéjar hay que buscarlo en el
avance de la reconquista leonesa, castellana y aragonesa que supuso la
incorporación de territorios con población musulmana, que aportan su saber en
el campo de diversas artes.
Es comúnmente aceptado que la aparición del mudéjar hay que
datarla en el siglo XII en la –por entonces- poderosa ciudad de Sahagún. Esta
población leonesa del Camino de Santiago, se convirtió en un fuerte centro
religioso y económico en los siglos XII y XIII, como indica el Códice Calixtino
“prodigio de todo tipo de bienes”. Es posible que algunas cuadrillas de
alarifes de Toledo, fueran contratadas para acelerar los diversos proyectos
arquitectónicos que en ese momento se desarrollaban en la ciudad leonesa.
En este siglo XII, las iglesias de San Tirso, San Pedro de
Dueñas y la no muy lejana de Santervás de Campos, pararon sus costosas fábricas
de sillería románica para ser continuadas con ladrillo, basadas en una
decoración novedosa, todavía dubitativa, pero con acusada personalidad. Algo
similar sucede en la localidad aragonesa de Daroca. Había nacido la
arquitectura mudéjar.
El mudéjar se consolida en el siglo XIII y es exportado hacia el
sur y sureste, a tierras todas ellas llanas y con escasa cantería de piedra (Zamora,
Salamanca, Valladolid, Ávila, Guadalajara, Madrid y oeste de Segovia, sin
afectar apenas a Burgos, Palencia y Soria).
Este mudéjar, nacido en Castilla y León a partir del románico,
pero que adquiere identidad propia por su material y su decoración, se le
denomina “mudéjar castellano”, “mudéjar leonés” o más acertadamente “mudéjar
castellanoleonés”. Es una de las variantes regionales que acompaña al toledano,
aragonés, andaluz, etc. Dado el ascendente románico de este arte, se le ha
denominado por muchos autores como “ROMÁNICO MUDÉJAR” e incluso “románico de
ladrillo”.
EL CASTILLO DE COCA (SEGOVIA)
Avistamos el castillo de
Coca, en la provincia de Segovia, poco después de las diez y media de la
mañana. Desde el autobús, se veía ya majestuoso. Una vez en tierra, atendimos a
las explicaciones que David nos impartió mientras admirábamos el
exterior de la imponente fortaleza.
El castillo de Coca es,
sin lugar a duda, uno de los edificios más excepcionales de arquitectura civil
en ladrillo, y un clarísimo ejemplo del arte mudéjar. Fue construido en la
segunda mitad del siglo XV por orden de Don Alonso de Fonseca, arzobispo de
Sevilla y señor de Coca.
De
los Fonseca el castillo pasó, por vínculo matrimonial, a la
Casa de Alba. A partir de 1730 su
archivo fue trasladado a Madrid y el castillo cayó en el abandono y la rapiña.
En 1808, durante la Guerra
de la Independencia ,
los franceses ocuparon la villa de Coca, y sus tropas se instalaron en el
castillo, al que causaron grandes destrozos.
Cuando lo abandonaron en 1812, su estado era una completa ruina.
En 1926 fue declarado Monumento
Nacional, y en 1931 Monumento Histórico Nacional, formando parte también del
Tesoro Artístico Español. En 1954 la casa de Alba cedió el castillo al
Ministerio de Agricultura, por un periodo de 100 años menos 1 día. A cambio, el Estado se comprometía a la restauración
del mismo. Ésta concluyó en el año 1958 y se instaló en algunas
salas del castillo la
Escuela de Capacitación
Forestal, que sigue funcionando en la actualidad.
Tiene planta cuadrada,
foso y dos recintos amurallados, lo que le confiere el carácter inexpugnable
que le ha caracterizado a lo largo de los siglos. En el segundo recinto se
encuentra la torre del homenaje. Su fábrica es de ladrillo con gran decoración
en los muros. El interior es de gran lujo y fastuosidad, y conserva la
decoración mudéjar. Debido a su grandiosidad fue usado más como palacio que
como fortaleza. Es una de las obras cumbres del mudéjar militar
La visita al Castillo
Aún pudimos vislumbrar
algunos restos de la copiosa nevada, que según nos manifestó el guía local,
había caído ayer en la noche. De hecho, nos indicó que albergó serias dudas
acerca de la viabilidad de nuestra excursión. Afortunadamente, las condiciones
meteorológicas se dulcificaron.
Ya en el interior,
visitamos las distintas dependencias del mismo, acompañados de las expertas
explicaciones del guía local.
Desgraciadamente, hay
tesoros que ya no pueden apreciar nuestros ojos. Así, la azulejería mudéjar del Patio de
Armas, hoy desaparecida, que
enriquecían el castillo en una forma impropia de la Castilla interior. Lo que
hoy vemos es una reconstrucción del original. Del patio primitivo sabemos que
quedan algunos de los capiteles de la galería superior.
Torres
El recinto interior se encuentra
flanqueado en sus esquinas por sendas torres, en total cuatro. La mayor es la
Torre del Homenaje. Las otras tres, Torre de la Muralla y la Torre de los Peces,
así como la Torre de Pedro Mata son diferentes en sus tamaños. Estas diferencias,
en contra de lo que pudiera pensarse, producen a la vista una agradable
gradación de volúmenes.
La Torre del Homenaje contiene en su interior distintas salas dispuestas en
pisos y unidas por una estrecha escalera de caracol construida, como el resto
del castillo, en ladrillo. Puedo dar fe que la ascensión por la angosta
escalera, que se hace en tres etapas (afortunadamente), es realmente
dificultosa. Al más que reducido espacio por el que hay que transitar, se une
la diferencia existente en cuanto a la altura de los peldaños, todos ellos
distintos, un obstáculo más, pensado, según nos informó el guía, para
dificultar aún más si cabe, un posible asalto al castillo. Es algo en lo que
habitualmente no pensamos cuando subimos un tramo de escaleras. Nos habituamos
a que la altura de los peldaños sea regular, siempre la misma, y no nos damos
cuenta de la dificultad que supone el hecho de que cada vez que ponemos el pie
en el peldaño siguiente, nuestra extremidad inferior no acaba de adaptarse
nunca, ya que siempre encontrará una altura diferente que franquear. No sé si
me he explicado bien. En cualquier caso, si algún benévolo lector tengo y
piensa visitar el castillo en fechas próximas, le sugeriría que tenga en mente
lo que acabo de escribir.
Las tres salas que se encuentran en la Torre del Homenaje, son de abajo a
arriba: La Capilla, la Sala de Armas y la Sala-Museo. Sobre esta última, ya en
el exterior, se puede contemplar una panorámica del casco urbano, y del entorno
natural en que se encuentra Coca, realmente espectacular, además de otros
castillos de poblaciones cercanas como Iscar o Cuéllar.
Salas interiores
En cuanto a las salas interiores, comenzamos nuestra visita en la Capilla, situada en la planta inferior de la
Torre del Homenaje. Guarda algunas
tallas románicas y góticas de la Virgen con el Niño. También, dos tablas del
XVI de temas religiosos: una Crucifixión y una Anunciación.
Tras el consiguiente tramo de escaleras ya descrito, accedemos a la segunda
planta, donde se encuentra la Sala de armas. En
ella se exponen diversas armaduras aunque su mayor atractivo es la decoración
de los muros y del techo. Los mosaicos mudéjares de tonalidades rojas, blancas
y azules, la decoración geométrica y la bóveda decorada con nervios góticos
otorgan a esta sala un interés especial.
Por último, tras vencer el tercer tramo de la
escalera de caracol, accedemos a la Sala-Museo. En una vitrina central se exponen algunos materiales arqueológicos
celtibéricos y romanos así como diversos restos del primitivo castillo. Además,
varias basas de mármol de decoración renacentista.
También
es interesante la Sala de
los Jarros, llamada así porque en sus paredes se
representan jarros entre arquerías mudéjares y sobre motivos vegetales.
Por
último hay que hablar de la Mazmorra. Esta sala y la que se encuentra sobre ella están
unidas hoy por un orificio, casi podríamos decir que una especie de gatera,
practicada en el techo de la mazmorra. Impresiona la forma en que está
construida para evitar la huida de los encarcelados.
Hacia
el mediodía abandonamos el castillo para dirigirnos a nuestro siguiente
objetivo, el Parque temático del mudéjar de Castilla y León, en la ciudad de
Olmedo, provincia de Valladolid.
EL PARQUE
TEMÁTICO DEL MUDÉJAR DE CASTILLA Y LEÓN
Poco antes de la una de la tarde hacíamos
nuestra entrada en este precioso parque. En él permanecimos durante una hora.
Absolutamente todas las maquetas que se
muestran en el parque, 20 en total, contando las estaciones ferroviarias de
Olmedo y de Villalón de Campos, son verdaderamente extraordinarias. Como no
puedo, ni debo cansar al benévolo lector que hasta aquí haya llegado, me limito
a incluir en este relato un total de seis fotografías, así como una somera
descripción de las mismas, para lo que me sirve de inestimable ayuda el
folleto-guía que se nos entregó a cada uno de nosotros a la entrada al Parque.
Castillo
de Coca. Incluyo
la maqueta a modo de curiosidad, ya que todo ha quedado dicho en el apartado
correspondiente a nuestra visita al castillo “real”.
Ermita
de San Saturio (Soria). Imponente,
solitaria, la ermita de San Saturio se yergue sobre una peña de la escarpada
falda de la sierra de Santa Ana, a orillas del río Duero.
Palacio
de Pedro I (Astudillo, Palencia). El palacio surge por el deseo expreso del
rey don Pedro I y doña María de Padilla en el año 1354, y como anexo al
convento que actualmente ocupan las madres clarisas. Su fachada sigue el modelo
constructivo de Tordesillas.
San
Tirso (Sahagún, León). Al elegir esta fotografía no he tenido la menor duda, y
más aún después de oír las palabras del profesor De la Garma. Es la obra cumbre
del mudéjar leonés y modelo a seguir por las iglesias del denominado foco
facundino. San Tirso, obra de mediados del siglo XII, se presenta como uno de
los más antiguos ejemplos de la arquitectura del ladrillo.
San
Juan Bautista (Fresno el Viejo, Valladolid). En la segunda mitad
del siglo XII se comenzó a construir esta iglesia de San Juan, de la cual solo
es románica la cabecera, ejecutándose a lo largo del siglo XIII el cuerpo de
las tres naves.
Castillo
de la Mota (Medina del Campo, Valladolid). Es una de las
maquetas más espectaculares del Parque. De estilo mudéjar, los muros del
castillo se levantan sobre los cimientos de un alcázar medieval. A lo largo de
la historia ha sido utilizado, según las necesidades de cada época, como
archivo de la corona, castillo artillero, prisión real, Escuela Superior
de Mandos José Antonio Primo de Rivera, o, en la actualidad, Centro de
Formación de la Junta de Castilla y León.
Abandonamos Olmedo sobre la una de la tarde
para dirigirnos a la vecina Íscar. El cielo, plomizo, amenazaba agua. Nos
quedaba la duda de si sería en forma líquida o en blancos copos de nieve.
Pronto saldríamos de dudas.
ISCAR
(VALLADOLID)
Una vez que llegamos a esta población, ya
con una fina lluvia próxima al agua nieve y con un frío considerable, cercano a
los cero grados, nos dirigimos a reponer fuerzas.
Durante
un par de horas, desde las 14:15, fuimos huéspedes de Ábaco, donde dimos cuenta
de un abundante almuerzo, consistente en revuelto de huevos con champiñones,
entrecot con patatas fritas y tarta helada de postre. Vino y agua sin
restricción, café/té. Hay que poner nota alta al restaurante, no solo por lo
difícil que es dar de comer a 60 viajeros a la vez, sino porque las viandas
eran más que aceptables. Felicito a la organización y, por supuesto, a Ábaco.
Al salir del restaurante nos dirigimos, a
pie, a la próxima iglesia de San Miguel. Seguía cayendo una especie de agua
nieve con intermitencia. Eran las cuatro y cuarto de la tarde.
Iglesia
de San Miguel. En
el interior de la iglesia, a resguardo del inclemente frío, el profesor De la Garma
nos instruye acerca de este templo románico, con su precioso ábside.
A continuación nos trasladamos a pie al
otro monumento que íbamos a visitar en Íscar, la Iglesia de Santa María, ésta sí claramente
de estilo mudéjar, tal como muestran las fotografías que incluyo, y que pude
obtener a duras penas, dado el intenso frío que padecíamos y la fina lluvia que
no dejaba de caer.
CUÉLLAR
(SEGOVIA)
Poco después de las cinco de la tarde, con
muchísimo frío, con el termómetro bajo cero sin duda alguna, pero al menos, ya
sin lluvia, arribamos a Cuellar. Aquí, comenzamos nuestra visita en la iglesia
de San Martín.
Iglesia
de San Martín.
Descendimos del autobús y nos situamos
alrededor del profesor De la Garma para escuchar sus explicaciones.
La verdad sea dicha que la lección en el exterior de la iglesia fue de corta
duración. La fotografía que incluyo, en la que se puede ver a David de la
Garma “impartiendo su lección” y a la guía local “atenta oyente”,
nos da una pequeña idea del frío reinante, con restos de nieve esparcidos en su
entorno.
Ante la gélida temperatura, entramos
rápidamente al interior del templo, declarado en 1931 monumento artístico
nacional y actualmente catalogado como Bien de Interés Cultural.
El edificio, cuyo origen podemos datar
entre los siglos XII y XIII, típicamente
mudéjar, fue convertido en viviendas tras la desamortización de Mendizábal en
el siglo XIX, siendo recuperado tras su restauración en la década de los
ochenta del pasado siglo. En la actualidad se ha convertido en el Centro
de Interpretación del Arte Mudéjar.
Ya dentro del templo, pudimos presenciar un
interesante espectáculo de luz y sonido sobre el mundo medieval. Se nos mostró
cómo se construían las iglesias, cómo eran sus gentes, su vida diaria y la
convivencia entre las tres culturas: cristiana, judía y musulmana.
Cuando volvimos a la realidad del frío
segoviano, al salir del templo, el reloj se acercaba a las seis y media de la
tarde y era ya noche cerrada. Frente a nosotros la gran explanada al final de
la cual se encontraba el hermoso castillo de Cuéllar.
Castillo
de Cuéllar.
El Castillo de Cuéllar, también conocido
como de los Duques de Alburquerque, es sin duda el monumento más emblemático de
la villa, declarado Bien de Interés Cultural en 1931. Está bien conservado y
presenta una mezcla de diferentes estilos arquitectónicos, que van desde el
siglo XIII al XVIII.
A lo largo de su existencia, ha pasado por
diversos avatares, tales como acuartelamiento durante la Guerra de la
Independencia, prisión o sanatorio antituberculoso, hasta que en 1972, tras su
restauración, se convirtió en un centro de formación profesional e instituto de
educación secundaria. Actualmente tiene aquí su sede la oficina de turismo de
Cuéllar, así como el Archivo de la Fundación de la Casa de Alburquerque.
Debido a que el tiempo horario apretaba, la
visita que hicimos al castillo fue solo de unos 40 minutos, aunque ciertamente
nos permitió hacernos una idea de la riqueza del mismo. Para aquellos lectores
que tengan un interés particular en este monumento, pueden ver una descripción
mucho más detallada en las maravillosas páginas de la Web de ARTEGUIAS:
Iglesia
de San Andrés.
Pasaban
ya de las siete de la tarde cuando entrábamos en la iglesia de San Andrés. Se
trata sin ningún género de dudas de uno de los mejores ejemplos del mudéjar
castellanoleonés, destacando en su interior diversos frescos mudéjares. Pese a
las diversas modificaciones sufridas en el tiempo, actualmente conserva su
traza original, reafirmada con una completa restauración llevada a cabo en los
años 90 del pasado siglo, después de haber sido declarada Bien de Interés
Cultural en 1982.
De las páginas de ARTEGUIAS extraigo el siguiente comentario:
Posiblemente la iglesia de San
Andrés esté construida a comienzos del siglo XIII, siendo un perfecto ejemplo
de templo románico mudéjar de tres naves rematadas por tres ábsides decorados
con arquerías y recuadros murales de ladrillo.
Lo que hace especial a esta
iglesia es su fachada occidental perfectamente conservada y radiante al
atardecer, con arquerías de ladrillo ojivales.
Haciendo de tripas corazón, abandoné el acogedor interior
del templo y salí al terrible frío de la noche, a fin de poder hacer una
fotografía medianamente aceptable de esta preciosa iglesia. El lector juzgará.
REGRESO A MADRID
A las 19:30 los excursionistas nos desparramamos por
los tres bares de los aledaños de la iglesia a fin de efectuar la consabida
“parada técnica” que nos permitiría hacer de un tirón el regreso a Madrid.
El autobús se puso en marcha a las 20:00 horas. A las
21:45 estábamos de nuevo en el que fue nuestro punto de partida, la plaza de
Cristo Rey.
Me despedí de los vecinos de asientos, así como de David, Esther y José Manuel, y en unión de
Paloma, que llevaba mi misma dirección, tras un paseo de
diez minutos, llegamos al intercambiador de Moncloa a punto de dar las diez de
la noche. Allí dije adiós a Paloma y tuve la suerte de coger casi
sobre la marcha el autobús que me dejaba en las puertas de casa a las diez y
media de la noche.
CONCLUSIÓN
La primera conclusión es que disfruté al máximo de la excursión. Cuando
llegué a casa estaba literalmente “molido”, pero muy a gusto. Conocía desde
hacía tiempo la fantástica página Web de ARTEGUIAS, http://www.arteguias.com/ y más de una vez estuve a punto
de acercarme a sus oficinas, en la calle de Galileo 44, de Madrid, de modo que
cuando Soco y Celia me hicieron el regalo de este
viaje, sentí una gran ilusión, pues además, se daba la circunstancia de que no
había visitado nunca ninguno de los puntos que incluía la excursión.
Luego, una vez realizado el
viaje, mi sentir es absolutamente positivo. Lo primero que me llamó la atención
al inicio de nuestro periplo, fue la sensación de encontrarme en una “gran
familia”, arropado por gentes que en su gran mayoría eran viajeros habituales,
que se conocían desde hacía ya tiempo y que se encontraban como “en casa”. Para
alguien neófito como yo, esa sensación se agradece sobremanera. Es sintomático
y dice mucho de la buena organización de la empresa, el hecho de que conocían
perfectamente “mis antecedentes y por qué me encontraba allí”.
Luego, yendo ya a un
aspecto más concreto, tengo que decir que todo estuvo perfectamente bien
planificado, incluyendo, como ya he dicho, la parte más mundana, como fue el
“avituallamiento” realizado en el restaurante Ábaco.
Por supuesto, no puedo
dejar de hacer constar las magníficas lecciones del profesor David de la
Garma, que además de profundas fueron muy amenas.
Por último, no quiero
dejar pasar el hecho de que no había transcurrido ni una semana de la
realización del viaje, cuando a través de un correo de Esther, recibí la magnífica foto
que cierra este relato, y que muestra a los 60 excursionistas al pie de la
maqueta del Castillo de la Mota. Para la historia, me encuentro situado en
primera fila, agachado, el cuarto contando desde la izquierda, con la cámara al
cuello y las manos apoyadas en la mochila.
Tal como les comenté a David,
Esther
y José
Manuel, ha sido mi primera incursión en ARTEGUIAS, pero no será la última. El pago de la próxima correrá de
mi cuenta.
Juan José Alonso Panero
Las Rozas de Madrid, 7 de
diciembre de 2013
Me encantan las fotos Papi, las del Castillo de Coca son impresionantes!!! Habrá que ir a visitarlo.
ResponderEliminarUn beso,
Marisa