Por
tierras de Extremadura
Tenía pensado titular este relato “La ruta de los
templarios”, ya que ese era el que la Hermandad de Jubilados de los ministerios de
Comercio, Economía y Hacienda, había elegido para nuestra excursión. Luego, una
vez finalizado el viaje, estuve a punto de denominar esta historia con otro
encabezamiento, en concreto, “Si hoy es martes, esto es Bélgica”, título de un
film de cierto éxito en los años 70 del pasado siglo. Lo explicaré todo a su
debido momento. Finalmente, me decidí por el que consideré más lógico y que es
el que figura al principio de esta historia.
Antecedentes
Para comenzar, vayamos a los antecedentes. Visité por
primera vez Extremadura en mis vacaciones de 2005. Me alojé en la Hospedería del
Monasterio de Guadalupe, que hizo de base durante una semana para las visitas
que efectué a Mérida, Cáceres, Trujillo y el monasterio de Yuste, entre otros
lugares, así como, por supuesto, Guadalupe. Incluyo a modo testimonial algunas
fotos de ese viaje.
Miércoles,
21 de mayo
A las 08:30 de un día
lluvioso, todos los expedicionarios estamos ya sentados en un autobús con
algunos años ya en sus ruedas, de modo que surge algún que otro problema
técnico, como asientos que no encajan o calefacción/aire acondicionado que
funciona malamente. Con diez minutos de retraso iniciamos el viaje. Éramos 50
los pasajeros del autobús, con mayoría abrumadora de señoras (si no me
equivoco, tan solo cinco representantes del género masculino). Nos acompaña
como guía, Noemí,
de la misma agencia de viajes con la que realizamos nuestra excursión por
tierras de Soria.
La primera parada técnica
no tiene lugar en Navalmoral de la
Mata , como en principio estaba previsto, sino en un área de
servicio de El Gordo, si mal no recuerdo. Aquí también surge algún problema, ya
que el personal que nos atiende es muy escaso. Se produce alguna que otra
protesta, y cuando reiniciamos la marcha, entre unas cosas y otras –el tiempo
continúa jugando en nuestra contra, con lluvias ocasionales, en algún caso de
gran fuerza- seguimos acumulando retrasos.
Mérida
Durante el viaje hacia la
antigua Augusta Emerita, Noemí nos da unas breves nociones históricas
acerca de este importante enclave romano en la Península Ibérica.
Poco después de las 13:00 horas arribamos a Mérida. Llueve ligeramente.
Aquí, en la antigua
capital de la Lusitania ,
y hoy de la autonomía extremeña, estaba prevista solo la visita al Museo Nacional
de Arte Romano. El hecho de no poner los pies en el maravilloso anfiteatro,
causa alguna que otra decepción en varios excursionistas. Yo, que en 2005 pasé
todo un día en esta ciudad, comprendo perfectamente la desilusión causada a
estos compañeros de viaje. Mérida no es solo el Anfiteatro y el Museo. Así a
vuela pluma, recuerdo la
Alcazaba , la
Casa de Mitreo, la
Cripta de Santa Eulalia, el Acueducto…
Museo de Arte Romano
¿Qué se puede decir de
esta maravilla? Ya en 2005 saqué la impresión de que si realmente deslumbrante
era el contenido del museo, no le iba a la zaga, guardando todas las
distancias, el continente, obra de Rafael Moneo. El museo se creó en 1975, con
ocasión del Bimilenario de la ciudad, y su nueva sede se inauguró en 1986.
El edificio, obra como ya hemos dicho del arquitecto español Rafael Moneo, se enclava en los aledaños del Teatro Romano, y está conectado al mismo por un pasaje subterráneo. Las dimensiones de la nave principal rememora la grandeza de la arquitectura pública romana en la que se inspira.
Mi grupo (nos dividimos en
dos, de 25 componentes cada uno), tuvo una guía fuera de serie, realmente
sensacional, Carmen,
de una edad parecida a la mía. Dejo como testimonio unas pocas fotografías,
incluyendo alguna de la diosa Ceres y otra de Afrodita.
El edificio, obra como ya hemos dicho del arquitecto español Rafael Moneo, se enclava en los aledaños del Teatro Romano, y está conectado al mismo por un pasaje subterráneo. Las dimensiones de la nave principal rememora la grandeza de la arquitectura pública romana en la que se inspira.
Lamentablemente, por
premuras de tiempo, nuestra visita, que se había iniciado poco después de las
13:00 horas, se extendió a algo más de una hora, de modo que marchamos del
museo pasadas las dos y cuarto de la tarde.
Comida en el Hotel Tryp Medea
Almorzamos en el comedor
de este hotel a las 14:30. Lo hice muy bien acompañado en una mesa de cuatro,
con Jorge,
su esposa Pilar
y Trini.
Una hora más tarde iniciamos nuestra marcha hacia Zafra. Durante el trayecto,
la vocal de cultura de la
Hermandad , Maribel Martínez, nos ilustra copiosamente
acerca de la historia de la
Orden del Temple.
Llegamos a esta ciudad
poco después de las cinco de la tarde. Para aprovechar el tiempo, y antes de
tomar posesión de nuestras habitaciones en el fantástico Parador Nacional,
palacio de los Duques de Feria –a mí me correspondió la 218-, iniciamos la
visita de la ciudad acompañados por la guía local, Justa, joven, simpática y
eficiente.
Zafra, 15.000 habitantes, conocida
también como la Sevilla Chica ,
me pareció una espléndida ciudad, título que obtuvo en 1883. Podría decir que
tiene un aire muy andaluz, pero ¿existen grandes diferencias entre los
maravillosos pueblos andaluces y los no menos preciosos extremeños? Zafra basa
su influencia regional en su gran importancia como núcleo ferial así como
centro de industrias agroalimentarias.
Durante unas dos horas y
media recorrimos la ciudad, visitando los enclaves más importantes de la misma.
Para no cansar al hipotético lector, haré una sucinta relación de los puntos
que me parecieron más importantes.
Comenzaré por el recoleto convento
de Santa Clara, fundado por el señor de Feria en el siglo XV y declarado
Monumento Nacional, enriquecido con numerosas obras de arte, entre las que
destaca, sin lugar a dudas, el retablo mayor barroco, con la imagen gótica de la Virgen del Valle con el
Niño, del siglo XV, tallada en alabastro. Aquí también se encuentran los
sepulcros de los fundadores, con sus tallas yacentes en el mismo material.
Las monjas, de clausura, tienen
a la venta los productos artesanales que elaboran, de gran fama, y de los que
se surtió una parte importante de las excursionistas.
Visitamos a continuación la Plaza Grande , con
soportales, cuyo origen se remonta al siglo XV, aunque los edificios que la
rodean pertenecen a los siglos XVII y XVIII. De aires mudéjares, su finalidad
era lúdica y de carácter señorial, tal como muestran los escudos heráldicos de
algunas fachadas.
La
Plaza Chica
se encuentra unida por un pasaje a la Grande. También de fuerte
inspiración mudéjar, con soportales con arcos de ladrillo sobre columnas de
piedra, viene siendo el centro de la ciudad desde el siglo XIV. Aquí se
encuentra el Palacio de Justicia, de estilo neoclásico.
Tampoco podemos olvidarnos
del Ayuntamiento, instalado en el antiguo convento franciscano de la Cruz , cuyo claustro se
conserva. En él, hicimos tiempo para esperar a la apertura del siguiente punto
a visitar:
La Colegiata
de la Candelaria , de
una larguísima nave única, siglo XVI, de estilo gótico tardío. Posee un retablo
mayor barroco, capillas churriguerescas y lienzos de Zurbarán.
Por último, quiero citar la más emblemática edificación de Zafra, precisamente el lugar
donde íbamos a alojarnos, el Parador Nacional, el palacio de los
Duques de Feria. Su parte más antigua y destacada, el Alcázar, que data del
siglo XV, es una construcción defensiva gótica de planta cuadrada perfilada por
ocho torreones y la torre del homenaje. Nuestra guía local, Justa,
consiguió que la dirección del hotel nos permitiera acceder a los torreones del
recinto, desde donde se disfruta una visión memorable de Zafra. Aproveché para
tomar algunas fotografías, entre ellas, la que abre este relato.
Una vez tomada posesión de
mi habitación –la 218, como ya he dicho-, en unión de Elena, Jorge y Pilar, así como otros cinco
compañeros –entre ellos, dos matrimonios con los que ya había compartido alguna
otra excursión- marchamos hacia el lugar que Justa nos había recomendado para
cenar, La Marquesa , todo un acierto, tanto por su
decoración sui generis –el suelo es de cristal transparente, a través del cual
se pueden apreciar varios pozos que producen la sensación inequívoca de que
caemos en ellos- como por la calidad de la cena que elegimos, a base de
raciones, ensaladas con queso de cabra y nueces, un incomparable surtido de
ibéricos, jamón, lomo, salchichón, croquetas variadas y salmorejo. Lo regamos
todo con abundante cerveza.
De regreso al Parador, por
las silenciosas y desiertas calles de la ciudad, me detengo en la de Cerrajeros,
donde justo en el número 7, mi
yerno Carlos
me había señalado que tenía casa su abuela materna, ausente en estas fechas de
la ciudad. Una preciosa fachada con balconada adorna el edificio.
Ya en mi habitación del
hotel, constato con verdadero alivio, que la grifería del baño es tradicional.
Es decir, no tendré que hacer ningún curso especial de ingeniería para poder
ducharme.
Jueves,
22 de mayo
Tras una noche plácida en
el dormir, y después del adecuado aseo, agradeciendo una vez más la clásica
grifería del baño, bajo pronto al comedor para el desayuno, que como suele ser
habitual en los paradores nacionales, fue abundante y sustancioso, aunque debo
decir que me pareció, en relación con el último parador nacional que visité
–Ronda, en 2011- que el nivel había descendido algo. Además, aquellos viajeros
que tardaron más en bajar al comedor –no olvidemos que éramos 50- tuvieron
ciertas dificultades para surtirse. Yo, por ejemplo, aún pude hacer acopio de
pestiños y churros, pero 10 minutos más tarde, ya brillaban por su ausencia.
Avería en el autobús
A las 09:00 horas,
estábamos todos los excursionistas en el lugar indicado, donde, en principio,
ya debería haberse encontrado nuestro autobús. La espera se va prolongando sin
que aparezca el coche, mientras surgen diferentes rumores y algún que otro
enfado. El móvil de nuestra guía Noemí echa humo… Hay algún momento en que
parece que todo se va al traste. Finalmente, con más de media hora de retraso,
aparece el autobús. Como no soy experto en la materia, no puedo aclarar con
verosimilitud la causa de la avería, que en cualquier caso, quedó solventada
por el chófer, de modo que partimos hacia el siguiente lugar a visitar con tres
cuartos de hora de retraso, en concreto, a las 09:45.
Una pequeña digresión
Aquí, en este punto, y
antes de seguir adelante, quisiera hacer un inciso. Ya en su momento, cuando
estudié el programa de viaje, me pareció francamente apretado: el miércoles 21,
Madrid – parada técnica en Navalmoral de la Mata – Mérida, visita al museo de Arte Romano,
almuerzo – Zafra. Jueves 22, Fregenal de la Sierra , visita de la ciudad – Jerez de los
Caballeros – Trujillo, almuerzo y visita de la ciudad – regreso a Madrid, con
parada técnica a medio camino.
A lo apretado del programa
se unieron diversos retrasos, bien por motivos meteorológicos, avería del
autobús u otras causas. El hecho es, que, por ejemplo, la visita a Jerez de los
Caballeros, punto principal que daba título a este viaje como “La ruta de los
Templarios”, quedó reducido a una visión panorámica de la ciudad, y cuando digo
visión panorámica, es visión panorámica, pues no nos bajamos siquiera del autobús.
Desde dentro del coche pudimos admirar la bonita perspectiva de la ciudad y las
explicaciones que acerca de la Torre
Sangrienta nos proporcionó Maribel Martínez.
Los avatares descritos son
los que me llevaron a hablar al principio de este relato, que en cierto modo,
nuestro viaje me recordó a la película ya citada, “Si hoy es martes, esto es
Bélgica”, cuyo argumento se basa en el recorrido que un grupo de excursionistas
estadounidenses se propone hacer de toda Europa, en una semana, viajando en autobús.
No sé cómo se planificó
este viaje, pero en cualquier caso, pienso honradamente, que la agencia de
viajes debería de haber constatado la cuasi imposibilidad material de cumplir
con el itinerario previsto, no solamente por lo más que apretado del recorrido
a efectuar –ciertamente, el punto neurálgico-, sino teniendo en cuenta, además,
otras consideraciones, tales, por ejemplo, como la edad de los viajeros. Aunque
la mayoría de nosotros se encontraba en perfectas condiciones, ninguno era ya
lo que se dice un chaval… Las edades iban desde los 60 bien cumplidos hasta
cerca de los 90.
Sigo ya con el relato de
nuestro viaje, de manera cronológica. Este bonito pueblo serrano era nuestro
siguiente destino. Aquí, donde nos espera un guía muy agradable, Javier,
un chico joven con el que había estado en contacto Maribel Martínez, arribamos
sobre las 10:30.
Fregenal de la Sierra muestra en sus casas
y calles una clara influencia andaluza. Esta histórica villa templaria, 5.000
habitantes, es cuna, entre otros personajes ilustres, de Arias Montano y de Juan Bravo
Murillo. Los restos de este último, aquí reposan, en la iglesia de
Santa Ana.
Guiados por Javier,
recorrimos sus iglesias, sus calles, sus casas de estilo neoclásico y patios
con auténtico sabor andaluz.
Por mi cuenta, y en plan
free lance, descubrí algún que otro rincón, tal vez deteriorado por el paso del
tiempo, pero con un indudable sabor romántico.
Lamentablemente, y debido
a la premura de tiempo, la visita se tuvo que reducir casi a la mitad. Creo
recordar que a las 12:00 del mediodía, y tras esperar a unos cuantos viajeros
que se retrasaron adquiriendo productos típicos del cerdo, arrancó nuestro
autobús en dirección a la siguiente ciudad a visitar:
Jerez
de los Caballeros
Ya he mencionado las
vicisitudes que nos condujeron a que nuestra visión de esta preciosa ciudad
–eso me pareció desde mi asiento del autobús- se circunscribiera a una fugaz
parada en el aparcamiento de autobuses, desde donde, como ya he dejado escrito,
Maribel
nos proporcionó en breves palabras los hechos históricos que acaecieron en la
denominada Torre Sangrienta, donde según la tradición, fueron degollados los
caballeros templarios que se resistieron a la disolución de la orden
dictaminada por el papa Clemente V en 1312.
Tras unas tres horas de
viaje, con sol y nubes, y en alguna que otra ocasión lluvia torrencial,
llegamos a nuestro último punto del itinerario previsto.
La verdad es que se me
hace muy difícil el describir una ciudad que ya me enamoró en 2005 y lo ha
vuelto a hacer ahora. Trujillo, 10.000 habitantes, merece sobradamente el
título ganado de cuna de conquistadores.
Nativo de esta villa es el más famoso de todos, el conquistador del Perú,
Francisco Pizarro, pero también vinieron al mundo aquí, Orellana, García de
Paredes, Francisco de las Casas…
Hicimos nuestra entrada en
la Plaza Mayor
de la villa a las tres de la tarde, tras varios intentos de encontrar el
camino correcto en los alrededores de la ciudad. Aún me pregunto, yo, que no
soy precisamente muy amigo de la tecnología moderna, por qué nuestro autobús no
disponía de un simple GPS.
A las 15:15 iniciamos
nuestro almuerzo en el restaurante El
Hueso, aledaño a la Plaza Mayor.
Dimos cuenta de unas excelentes migas extremeñas, de una aceptable moraga (lomo
de cerdo a la brasa) y de flan de huevo casero con nata, de postre. Vino
clarete de la zona.
A las 16:30 finalizamos la
comida, y se nos citó para una hora más tarde a fin de iniciar el regreso a
Madrid. Al lector que hasta aquí haya llegado, no necesito decirle la
imposibilidad de hacerse una mínima idea de los tesoros que encierra esta
ciudad en 60 minutos.
Cuando aquí estuve en
2005, dispuse de todo un día, y así, tras pasear a gusto y sin restricción de
tiempo alguno, pude visitar los espléndidos monumentos que la villa guarda.
Comencemos por la maravillosa
Plaza Mayor, cuyo desarrollo comenzó en el siglo XV. En el siglo
siguiente, y a consecuencia del vigor que la villa adquiere, la plaza se rodea
de edificios monumentales, tales como palacios con balcón de esquina, típicos
de esta ciudad, y ejemplos de arquitectura popular con soportales de arquería.
Preside la plaza la estatua ecuestre de Francisco Pizarro, realizada en bronce
por el escultor Charles Rumsey en 1929. Pesa seis toneladas y media y se
asienta sobre granito de la vecina población de Santa Cruz.
En el ángulo noroeste de
la plaza, y entre los siglos XIV y XVI, se levanta la iglesia de San Martín,
mezcla de estilo gótico y renacentista, de sobrio exterior, coronada por dos torres.
Entre sus viejas calles se
encuentra la iglesia de Santiago, del siglo XIII, con remodelaciones del
XVIII. Tampoco podemos olvidarnos de la Alberca y el Aljibe Árabe.
En la plazuela de Santa
María, antiguo centro de la villa intramuros, se sitúa la casa natal del
conquistador de Perú, del siglo XV, que actualmente acoge el Museo Francisco
Pizarro.
Bordeando la muralla se
asciende hasta el Castillo, que eleva sus sólidas paredes rematadas por
cuadradas torres, y desde donde se contempla una amplísima vista panorámica.
Recuerdo perfectamente mi visita al interior del alcázar en 2005. Construido
por los árabes en el siglo IX, fue ampliado en el siglo XII, y en el XV se le
añadió el segundo recinto fortificado.
Sin duda alguna, la joya
de Trujillo es la iglesia de Santa María la Mayor , construida sobre una de las dos
mezquitas del Trujillo árabe. Las obras de este templo se iniciaron en el siglo
XIII en estilo románico, aunque básicamente, su estilo es gótico del siglo XV.
El interior de la iglesia es de tres naves cubiertas con bóvedas de crucería.
El Retablo Mayor es uno de los tesoros de este templo. Su acabado es de fines
del siglo XV y fue realizado por Fernando Gallego
En esta ocasión, aunque
disponiendo solo de una hora, disfruté la misma al máximo, ya que con mi cámara
en mano, la Leica M 9-P con dos objetivos, el estándar de 50mm y el super gran angular
de 21mm, me paseé a gusto por la Plaza Mayor ,
subí las empinadas cuestas que llevaban a la cumbre, con el Castillo a un lado y
la iglesia de Santa María la
Mayor al otro. Desde estas alturas, la visión panorámica que
se disfruta de la ciudad, con la Plaza Mayor
a nuestros pies, no tiene parangón. Una delicia.
Regreso
a Madrid
A las 17:30 en punto,
buenos chicos obedientes, todos estábamos en el interior del autobús, que
partió rumbo a la capital de España. En el camino de regreso, no podía dejar de
pensar, que pese a los pequeños avatares negativos ocurridos, la excursión
había sido positiva. Al menos eso pensaba yo, que me lo había pasado muy bien.
También anidaba en mi
cerebro, aunque al benévolo lector le cueste creerlo, la final de la Copa de Europa de fútbol, que dos días
más tarde, el 24 del mes de mayo, tendría lugar en Lisboa entre el Real Madrid,
mi equipo, y el vecino capitalino, el Atlético de Madrid. La ilusión y el miedo
se mezclaban por igual. Mentiría si dijera otra cosa. Al final, y tras mucha,
muchísima angustia, pude sonreír con la obtención de la X
Copa de Europa, pero esa es otra historia.
Después de una parada técnica
sobre las siete y cuarto de la tarde, nuestro autobús aparcó a las puertas del
ministerio a falta de cinco minutos para las nueve de la noche (aunque,
ciertamente, aún era de día). Salí zumbando hacia la estación de Metro de
Cuzco, y en Príncipe Pío cogí el tren de cercanías para Las Rozas. Poco antes
de las diez de la noche estaba en casa.
Juan José Alonso Panero
Las Rozas de Madrid,
sábado, 31 de mayo de 2014
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